La conflagración bélica abierta que tiene actualmente como escenario el territorio de Ucrania, y que lamentablemente ya completó un año, debe analizarse y entenderse en una perspectiva en el tiempo mucho más amplio y teniendo presente las consecuencias globales negativas que conlleva. “El mayor enemigo del desarrollo económico -escribió el destacado economista estadounidense Jeffrey Sachs- es la guerra. Si el mundo cae aún más en el conflicto global, nuestras esperanzas económicas y nuestra propia supervivencia podrían estallar en llamas. El Boletín de los Científicos Atómicos ha corrido la manecilla del Reloj para el Juicio Final a solo noventa segundos para la medianoche”.
“Estados Unidos ha estado armando y financiando fuertemente a Ucrania -recordó Sachs – desde 2014, con el objetivo de expandir a la OTAN y debilitar a Rusia. La guerra de poder en Ucrania -detalló- comenzó hace nueve años cuando el gobierno de EEUU respaldó el derrocamiento del presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich. El pecado de Yanukovich, desde el punto de vista de EEUU, fue su intento de mantener la neutralidad de Ucrania, a pesar del deseo de EEUU de expandir la OTAN para incluir a Ucrania (y Georgia). El objetivo de EEUU era que los países de la OTAN rodeasen a Rusia en la región del Mar Negro. Para lograr este objetivo EEUU ha estado armando y financiando a Ucrania desde 2014. Las guerras de poder de Estados Unidos -concluyó- generalmente duran años e incluso décadas, y dejan en escombros a países que son campos de batalla como Ucrania.
En 2022, la caída del producto de Ucrania fue estimada por su Banco Nacional, nombre del central, en 30,3%. La proyección del Banco Mundial es de una reducción de 35%. Sus exportaciones, en valor, de acuerdo a las cifras de la Organización Mundial de Comercio (OMC), se redujeron en 30%. Mientras que las de Rusia crecieron en 15,6%, debido al incremento en los precios de los combustibles, los fertilizantes y los cereales, aunque el volumen total de las exportaciones “podría -advirtió- haber disminuido ligeramente”. Ellas, manifestó el economista jefe de la OMC, Ralph Ossa, fueron afectadas por las sanciones aplicadas en Occidente, pero aumentaron con China e India.
El informe de la OMC, afirmó que el comercio internacional se redujo en 2022 menos de lo previsto, por el impacto de la guerra, ya que los países más afectados lograron cambiar de proveedores o de productos, por ejemplo del trigo por el arroz, o como Egipto que sustituyó el trigo de Ucrania, por importaciones de la Unión Europea y EEUU, además de Rusia. ”No hemos visto -sintetizó el comunicado- las peores predicciones previstas al inicio de la guerra. Parte de la explicación (del menor impacto) -afirmó- es que el sistema comercial mundial permaneció abierto”.
Después del derrocamiento de Yanukovich existió un constante enfrentamiento entre efectivos ucranianos y los movimientos que dieron lugar a la formación de las repúblicas independientes en el Donbass, constituidas con un alto porcentaje de población de origen ruso. Por tanto, los enfrentamientos vienen de antes del 24 de febrero de 2022, cuando tomaron una dimensión muy superior.
La orientación de la política de EEUU adquirió su mayor despliegue durante la administración de Joe Biden, que el 21 de febrero viajó a Kiev, para reunirse con Volodimir Zelensky y expresarle, según dieron a conocer sus asesores, un mensaje de apoyo inquebrantable “durante el tiempo que haga falta”. Zelensky declaró luego de la reunión, que calificó como “la más importante en las relaciones entre EEUU y Ucrania”, de “muy fructífera” y que seguramente tendrá “un reflejo en el campo de batalla”. EEUU ya había proporcionado a Ucrania unos US$30.000 millones en ayuda financiera y en apoyo militar. El consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, informó que en la reunión de Biden y Zelensky se abordó el tema del material que Ucrania pueda necesitar “para tener éxito en el campo de batalla”, sin explicar el nivel de acuerdo alcanzado. Si se conocen las peticiones de Zelensky de más municiones, armamentos, aviones y misiles de largo alcance.
Biden regresó en la noche del 21 de febrero a Polonia, donde pronunció al día siguiente un discurso en Varsovia reafirmando el total respaldo indefinido a Ucrania. Para el miércoles 23 reunirse con los dirigentes de los “Nueve de Bucarest”, conformada por países que formaron parte de la Unión Soviética, manifestándose el compromiso de EEUU con su seguridad. “Como flanco oriental de la OTAN -les dijo- ustedes son la primera línea de nuestra defensa colectiva. Ustedes saben mejor que nadie lo que está en juego en este conflicto. No solo para la Libertad de Ucrania, sino de Europa y todo el mundo”.
El viaje de Biden durante varias horas a Ucrania y las declaraciones, discursos y reuniones efectuadas durante su gira, reforzaron la visión, proclamada y reforzada por los medios de comunicación dominantes en Occidente, del liderazgo de Biden y EEUU en la OTAN y en la relación con sus países miembros. De allí el impacto causado por las conclusiones de una encuesta efectuada por European Council on Foreign Relation, durante diciembre de 2022 y enero de 2003 en nueve países de la Unión Europea, el Reino Unido, China, India, Turquía, Rusia y EEUU. “Uno de los hallazgos más sorprendentes de la encuesta -señalan los investigadores- se relaciona con las distintas ideas sobre el nuevo orden mundial. La mayoría de la gente, tanto dentro como fuera de Occidente, cree que el orden liberal liderado por EEUU está desapareciendo. De manera paradójica -añaden-, la unidad recién descubierta de Occidente (…) no indica la resurrección de un orden internacional liderado por Estados Unidos. Solo – cuantifican- el 9% de las personas en EEUU, el 7% de los encuestados en los países de la Unión Europea, y el 4% en el Reino Unido, ven la supremacía global estadounidense como la situación más probable en una década”.
Las encuestas muestran que, en Europa y Estados Unidos, la opinión predominante es que la bipolaridad está regresando. Un número significativo de personas espera un mundo dominado por dos bloques liderados por Estados Unidos y China. Fuera de Occidente los ciudadanos creen, de acuerdo con la encuesta, que la fragmentación en lugar de la polarización marcará el próximo orden internacional. La mayoría de los principales países no occidentales, como China, India, Turquía y Rusia, predicen que Occidente solo será un polo global entre varios. Occidente puede seguir siendo el partido más fuerte pero no será hegemónico. La opinión más popular en Rusia y China, de acuerdo siempre con la encuesta, es esperar la distribución más equitativa del poder global entre múltiples países, es decir que surja la multipolaridad.
No es posible olvidarse que, en la fase inicial de la conflagración, Biden cerró las vías para posibilitar un acuerdo alcanzado en principio por Ucrania y Rusia a iniciativa de Turquía e Israel para ponerle fin, sin duda por considerar que los objetivos perseguidos con ella no se habían logrado. Como manifestó el primer ministro de Israel en ese momento, Neftalí Bennett, EEUU “bloqueó” la posibilidad de un acuerdo de paz.
Tampoco puede no tenerse presente, como lo describe el periodista estadounidense Seymour Hersh, premio Pulitzer 1970, que “en junio de 2022, empleando la tapadera de un ejercicio de entrenamiento militar, la Armada estadounidense colocó explosivos en los gasoductos Nord Stream 1 y 2 que transportan el gas natural de Rusia a Alemania y fueron detonados a distancia el 26 de septiembre. La operación fue ordenada -señala por el presidente estadounidense, Joe Biden, y planificada por el secretario de Estado, Antony Blinken (…). Para Washington –continuó el reportaje- el bombardeo presentaba dos ventajas. En primer lugar, al producirse en medio de la escalada militar de la OTAN contra Rusia en Ucrania, ayudaría a alimentar más la propaganda de guerra antirrusa. En segundo lugar, al hacer a Europa más dependiente de las importaciones de gas natural de EEUU para sustituir al gas ruso, correspondía a un importante objetivo de EEUU en la guerra de Ucrania desde el principio: poner a Europa más firmemente bajo el control de EEUU. Estos objetivos han salido cada vez más a la luz en los últimos años”.
La Casa Blanca, como era esperable, ha negado la veracidad del reportaje de Hersh, quien ha insistido en que lo afirmado responde a que el ducto encarnaba “la amenaza política del gas natural ruso barato al alcance de Alemania y Europa Occidental, un suministro contrario a los intereses del sector gasista de EEUU”. Las exportaciones de gas desde EEUU a Europa aumentaron a fines de febrero de 7% del total a 15,3%, superando a las procedentes de Rusia, estimadas en 15%. Los suministros principales de hidrocarburos fueron los de Noruega, de 30%, recibiéndose también de Qatar y Azerbaiyán.
En las repercusiones globales producidas incidió, además del desarrollo bélico, la guerra económica iniciada por EEUU y los países miembros de la OTAN en contra de Rusia, que establecieron sanciones a las importaciones de petróleo, carbón, combustibles fósiles y fertilizantes. Estos últimos que cubrían la mitad del suministro de Europa y Asía, de acuerdo a cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se vieron restringidos, elevando inmediatamente las cotizaciones. A ello se sumó que Rusia era el mayor exportador mundial de trigo y Ucrania el quinto. Siempre, de acuerdo a cifras de la FAO, ambos países proporcionaban a nivel global el 19% del suministro de cebada, 14% del trigo y el 4% del maíz. Constituyendo la tercera parte de las exportaciones de cereales. En marzo de 2022, el índice de precios de los alimentos de la FAO alcanzó su máximo nivel histórico. Desde entonces se redujo, pero continúan altos. En enero de 2023 registró un nivel 17,9% más bajo que en su punto más elevado.
El Fondo Monetario estimó que debido a las restricciones impuestas el PIB de Rusia el año pasado descendió un 3,4%, y que aumentaría 0,3% en 2023. Rosstat, la oficina estadística rusa el día 22 de febrero lo cifró en -2,1% y entre -1% y 1% en 2023. Por su parte, el Banco Central de Rusia dio a conocer que las exportaciones en 2022 se redujeron en volumen un 5,1% y las importaciones lo hicieron en 17,7%, Para 2023, proyectó que regresaría a cifras azules.
Este escenario no se correspondió con los efectos esperados por quienes desencadenaron la guerra económica que incluyó medidas como desconectar a los bancos rusos del sistema internacional de transacciones financieras Swift, congelar unos US$320.000 millones de reservas del Banco Central de Rusia y prohibir el intercambio de productos tecnológicos.
“Se creía – comentó Sergei Guriev, exrector de la New Economic School de Moscú a El Mercurio al hacer un balance de esta ofensiva – que el PIB ruso caería 10% o incluso 20%, con un consenso entre 8% y 10%, basado principalmente en que las sanciones sin precedentes contra el Banco Central de Rusia provocaron en marzo y abril un pánico macroeconómico. Pero este pánico fue frenado por las acciones competentes de los responsables de la política económica rusa. (…) el Banco Central de Rusia subió las tasas de interés y logró estabilizar el rublo, que luego de una fuerte depreciación inicial, se recuperó y hoy cotiza más que antes de la guerra y es la divisa más usada en las transacciones comerciales del país. La inflación también se ha moderado, luego de dispararse en abril a 17,8% anual, su nivel más alto en dos décadas, en diciembre ya era de 12%. La tasa de desempleo ha caído al 3,7%, aunque se explica por la estrechez del mercado laboral, tras los reclutamientos por la guerra y la salida de miles de rusos del país. El crecimiento del PIB no es necesariamente una buena medida -puntualizó Guriev- para medir la actividad económica en una guerra. La razón es que Rusia está produciendo municiones y armas 24/7 y eso también suma al PIB. Por supuesto eso no contribuye al estándar de vida, la productividad (…)”.
La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, sostuvo en una reunión en India del G20, efectuada en los últimos días de febrero, que EEUU buscará reforzar las sanciones contra Rusia, valorando además que la medida puesta en práctica en las últimas semanas de un “tope de precios al petróleo ruso reduce clara y significativamente sus ingresos” (24/02/23). Por su parte, la Unión Europea anunció su décimo paquete de sanciones, incluyendo restricciones más estrictas al intercambio de tecnologías y bienes de doble uso, aquellos que simultáneamente pueden utilizarse con fines civiles o militares, incluso nucleares. Además, congeló los bienes de tres bancos rusos y siete “entidades” iraníes, que fabrican drones militares, afirmando que son utilizados por Rusia en sus ataques.
En el intercambio comercial de Rusia, desde el inicio de la guerra económica desplegada bajo la dirección de EEUU y la OTAN, se intensificaron los vínculos comerciales con China. En febrero, durante el viaje a Moscú del consejero de Estado chino Wang Yi, Putin destacó que ambos países están alcanzando “nuevos hitos” en el intercambio bilateral que podrían llegar a su meta de US$200.000 millones antes de su objetivo en 2024.
Wang Yi, después del encuentro con Putin, expresó que “las relaciones entre China y Rusia no están sujetas a presiones de nadie”. Por su parte, la vicepresidenta del Departamento de Defensa de EEUU, Sabrina Singh, manifestaba que “habrá consecuencias para China si sigue estrechando sus relaciones con Rusia”, en referencia a la posibilidad que China envié armamento a Moscú. Por tanto, en su opinión EEUU puede armar a Ucrania, pero Rusia no puede recibir apoyo.
En este contexto son importantes, aunque en un escenario global en que aún no surge ninguna como una alternativa que se abra camino, las propuestas buscando que se inicien negociaciones para el término de la guerra. En febrero se dieron los pronunciamientos en esa dirección de China, de la necesidad de “acuerdos políticos” para negociar una resolución del conflicto, las del presidente de Brasil, Lula da Silva de reunir a un conjunto de países, entre ellos China, para que presionen en tal sentido. Y en la Conferencia de Seguridad de Múnich, lo hizo la vicepresidenta colombiana, Francia Márquez
En China, declaró su primer ministro, Li Keqiang, está normalizandose y estabilizándose la situación económica, pero aún, advirtió, quedan muchos retos por resolver. Aún hay margen, agregó, para que la reducción de impuestos y tasas proporcione el resultado esperado. El objetivo de crecimiento gubernamental del producto no se ha dado todavía a conocer.
Hugo Fazio