SE VA IMPONIENDO LA PAZ

Por Carlos Romeo

Más tarde o más temprano los conflictos arriban a su fin. Hasta la guerra de los cien años entre Francia e Inglaterra tuvo su final.

Ayer terminó formalmente el conflicto entre la guerrilla de las FARC-EP y el Estado Colombiano que duraba 52 años. La razón es muy simple: ninguno de los dos adversarios pudo derrotar al otro. A pesar de que el Gobierno Colombiano tuvo que incrementar sus tropas a más de 400.000 efectivos, contando, además, con una ayuda norteamericana con ese propósito de miles de millones de dólares y 7 bases militares de ese país en su territorio.

Pero sus causas, las profundas desigualdades sociales y económicas del país más la eliminación física de las cabezas visibles de la oposición política de izquierda a cualquier nivel, provoco la creación de un vasto movimiento defensivo guerrillero que resulto imposible eliminar. Es cierto que después de la sorpresa de la victoria de la lucha política armada organizada por Fidel Castro en Cuba contra las fuerzas gubernamentales, los estados mayores de los ejércitos americanos estudiaron el porqué de la victoria de la guerrilla sobre un ejército profesional y desarrollaron concepciones tácticas y estratégicas para derrotarlas, lo que sucedió en todos los nuevos casos después del triunfo guerrillero en Cuba, salvo en Nicaragua y en Colombia.

En este último caso el éxito guerrillero se manifestó por la envergadura que llegaron a tener las FARC-E y su capacidad de resistencia durante más de medio siglo, constituyendo así un permanente desafío y peligro potencial al orden económico y social existente en Colombia, pero que a su vez creaba y mantenía las condiciones que permitieron la gestación y el éxito de las guerrillas., no solamente las FARC-EP sino que también la del Ejercito de Liberación Nacional o ELN, todavía en estado de beligerancia pero con voluntad de lograr también una solución del conflicto.

Otro caso, diferente pero que también constituyó una confrontación de más de medio siglo, aunque no abiertamente militar, ha sido la que han protagonizado Cuba y los EE.UU., que también llego a su fin, al menos con los procedimientos seguidos hasta entonces, en diciembre del 2014. En este caso Cuba logro resistir 55 años de agresiones de todo tipo, incluyendo una invasión militar en 1961 y una confrontación con armas de destrucción masiva como fueron los cohetes con cabezas nucleares instaladas por las tropas soviéticas en territorio cubano para disuadir al Gobierno Norteamericano de llevar a cabo una invasión militar masiva de la isla.

¿Qué conclusión se puede sacar de estos dos casos?

Que el acuerdo de la CELAC de que la América Latina y el Caribe sea una zona de paz no es simplemente un buen deseo, sino que una posibilidad de generalizar la utilización de modalidades pacificas para resolver los conflictos tanto internos como externos de los países que conforman esta región del mundo en la cual vivimos, en contraste con la proliferación de conflictos armados en otras regiones del mundo y la extensión del terrorismo aberrante de organizaciones con propósitos sin esperanza de ser logrados.

Esta conclusión vale para los países del continente en los cuales las fuerzas políticas populares y progresistas, en el sentido de modificar las condiciones de vida en beneficio de todos sus habitantes, han conquistado cambios a su favor y que por ello han ocasionado la lógica e inevitable reacción contraria de las fuerzas sociales política y económicas tradicionalmente dominantes, las cuales, derrotadas en su propio juego, piensan en utilizar la fuerza militar para revertir la situación. Lo hicieron y en todos los casos, finalmente tuvieron que volver a las formas de confrontación pacíficas, pero para lo cual no dejan de inventar nuevas formas, como nos lo está demostrando hoy en día la reacción política brasileña.

 

La Habana, 27 de septiembre del 2016