Por Aníbal Ricci
Eficiente es el calificativo preciso para evaluar el trabajo de este cineasta británico. Conduce con seguridad las acciones y se rodeó de un elenco de primer nivel para llevar a cabo su empresa. Hacia el final nos lleva a los tópicos comunes de este tipo de películas basadas en hechos reales.
Mohamedou Ould Slahi, nacido en Mauritania, décadas antes de los atentados a las Torres Gemelas recibió entrenamiento por parte de Al-Qaeda. Dos meses después de la tragedia Slahi fue apresado y en 2002 fue llevado a la prisión militar de Guantánamo. Cuando fue detenido en Mauritania, justo antes, procedió a borrar los contactos de su celular.
Fue torturado por largas temporadas y llevado a juicio al cabo de siete años, sin haberle concedido con anterioridad el derecho a defensa y sin estipular cargos que justificaran su reclusión.
El caso llega a las manos de la abogada activista Nancy Hollander, interpretada por Jodie Foster, papel que la haría merecedora al Globo de Oro como mejor actriz de reparto. A Hollander no le interesa tanto que Slahi sea culpable o inocente, su motivación va por el lado de que cualquier persona debe tener derecho a un juicio justo.
Ese es el punto de vista de la abogada defensora, la cinta es muy transparente en ese aspecto, de hecho, Hollander no cree del todo el testimonio de su defendido.
Stuart Couch (Benedict Cumberbatch), el fiscal acusador, es un militar que perdió a un pariente en el atentado del 11 de septiembre de 2001. El gobierno de los Estados Unidos lo elige precisamente a él, debido a que está comprometido emocionalmente, con el único objetivo de condenar a Slahi a la silla eléctrica.
Un guiño al registro documental
La cinta conduce al espectador por un único camino posible, evidentemente que hagamos nuestro el sufrimiento del prisionero, presentando imágenes de apremios ilegítimos al personaje al punto de hacerlo confesar lo que pretenden sus torturadores.
El director no nos apabulla con torturas impresentables (electricidad, vejaciones sexuales), tal como suele hacerlo el cine occidental, supuestamente para proteger la integridad del espectador.
Pero no nos engañemos, Couch representa al estadounidense republicano, quizás el más proclive a aleccionar a los ciudadanos de origen árabe, y su furia (al comienzo desmedida) es la responsable de que sean desclasificados documentos que detallan las torturas infringidas contra Slahi.
En este último aspecto, la cinta es un paseo guiado donde la mente del fiscal Couch se establece como “el” punto de vista del espectador. El director no permite que nos formemos una opinión propia, a la luz de los descubrimientos de los archivos secretos, su punto de vista irá virando hacia la postura de la defensa.
A pesar de que Hollander llevó adelante el juicio y Slahi fue declarado inocente, de todas maneras, continuó recluido por otros siete años.
En 2015 Slahi logró publicar Diario de Guantánamo, con la ayuda de la abogada, un gran éxito editorial (traducido a muchos idiomas) que dio al caso una visibilidad ante la opinión pública.
Recién en 2016 Slahi sería puesto en libertad.
Personajes demasiado arquetípicos
Un punto flojo de la película es la determinación de Couch por condenar a muerte y su abrupto cambio de opinión. Su inclusión no le hace el peso al personaje de Jodie Foster, de hecho, psicológicamente no sufre ninguna confusión y desaparece por completo de la escena final.
Otro punto que el director debió haber explotado más profundamente, dice relación con el supuesto pasado terrorista de Slahi. No cualquier persona asiste a un campamento de entrenamiento de Al-Qaeda y el hecho de que borra los contactos de su celular, harían suponer que Slahi no es de los trigos más limpios.
El protagonista (interpretado por Tahar Rahim) apenas esboza esa oscuridad y la estructura rígida del guion hace que el espectador decante en la epopeya del personaje por superar la adversidad.
Hay un personaje muy secundario (sólo escuchamos su voz): un ciudadano de ascendencia francesa que habla con el acusado en los patios y que supuestamente se suicida por las horribles torturas que les imponen a los prisioneros.
La función de este personaje sería para mostrarnos que Guantánamo no es ningún día de campo, pero un detalle importante, Slahi le miente a la abogada para que busque el testimonio de dicho prisionero. Esto representa el lado oscuro del protagonista, pero sólo está insinuado a la pasada.
En suma, aunque los personajes están basados en un testimonio real, son demasiado arquetípicos y la película se juega su credibilidad al emparentar las acciones judiciales con tantos otros filmes acerca de injusticias.
Ficha Técnica
Título original The Mauritanian
Año 2021
Duración 129 min.
País Reino Unido
Dirección Kevin Macdonald
Guion Rory Haines, Sohrab Noshirvani, M.B. Traven (Libro: Mohamedou Ould Slahi)
Música Tom Hodge
Fotografía Alwin H. Kuchler
Reparto Tahar Rahim, Jodie Foster, Shailene Woodley, Benedict Cumberbatch, Zachary Levi, Corey Johnson, Langley Kirkwood, David Fynn, Darron Meyer, Arthur Falko, Stevel Marc, Walter van Dyk, Daniel Kühne
Fuente: Cine y Literatura