El expresidente del Banco Central y exponente del pensamiento económico monetarista, Vittorio Corbo, escribió un artículo en la perspectiva de la reforma constitucional, para defender que se mantenga la “independencia” del instituto emisor. En su visión “la independencia de los bancos centrales es una herramienta para combatir la inflación y sus efectos en el bienestar de las personas. (…) la evidencia empírica -señaló- muestra que la tendencia inflacionaria está determinada principalmente por la política monetaria. Un banco central independiente -sostuvo- evita que la política monetaria esté influenciada por consideraciones políticas de corto plazo (…). La independencia –destacó- tiene dos dimensiones: libertad en la elección de instrumentos, principalmente las tasas de interés de políticas y en el accionar de sus autoridades (…)“. Ahora bien, la confirmación de las ventajas de esta independencia en su opinión quedaría demostrada por la experiencia de los últimos treinta años “lo cual demostraría que el BCCH le ha permitido a Chile conquistar la estabilidad de precios definida como una tendencia inflacionaria en torno al 3% (la inflación promedio anual del periodo diciembre 2000 a diciembre 2020 alcanzó a un 3,16 %) (…), completar treinta años sin una crisis financiera (…)”.
Desde luego, las causales de inflación son múltiples y la evolución de ella toma expresiones en consonancia con la dirección de las presiones que recibe, resulta limitado pensar que se puede manejar en función del grado de “independencia” que se tenga, más aún cuando el mandato que se le entrega por la Constitución y la Ley Orgánica Constitucional ( LOC), dictada en los últimos días de la dictadura, limita las herramientas a emplear, conduciendo que se ponga en el centro una sola de ellas, su tasa de interés de política monetaria (TPM). En la coyuntura actual a nivel mundial y también en Chile predominan niveles de inflación bajos, siendo un tema de preocupación como elevarla. El presidente del instituto emisor, Mario Marcel, hablando en el Chile Day 2021, sostuvo que “lo que importa para el Banco Central no es la inflación del mes, no es la inflación de un componente del IPC, sino que es la proyección de la inflación a dos años plazo”.
¿Y cuál es la realidad existente? Que a pesar del largo período en que se ha mantenido una política monetaria expansiva, los niveles de actividad económica han sido reducidos, aún más en las condiciones de la crisis sanitaria, pero también desde antes que ella estallara a nivel nacional, en marzo de 2020. Si miramos el escenario mundial fenómenos similares se repiten. Por lo tanto, no puede considerarse un logro de la “independencia” del Banco Central, su nivel obedece a causas más profundas.
Marcel en su intervención ratificó que “por lo menos” hasta comienzos de 2022 la TPM se mantendrá en su nivel “mínimo técnico” de 0,5% nominal anual, “aun cuando hayamos tenido algunos componentes de precios que han sido más volátiles”. Este “mínimo técnico» significa funcionar con una tasa de interés real negativa. Si consideramos que en febrero el índice de precios al consumidor en doce meses fue de 2,8%, la tasa real de política monetaria es de -2,3%. De ellos surgen varias interrogantes. La primera, ¿quién se beneficia con la tasa de interés negativa? Sin duda, ante todo la banca comercial a través de la cual el instituto emisor canaliza la mayor parte de sus fondos.
La segunda pregunta es ¿cómo repercute esta tasa de interés en la actividad económica? Si seguimos a Vittorio Corbo, “al utilizar un esquema de política monetaria de metas de inflación flexibles, el BCCH toma debida cuenta en sus decisiones de política monetaria de las brechas entre el producto efectivo y el producto potencial y la tasa de desempleo con respecto a su tasa natural“. ¿Qué sucede en dicha brecha del producto actualmente? Ella es muy amplia, estimada por el instituto emisor en 10%. “Hemos tenido -constató Marcel- una caída importante en la inversión de la acumulación de capital. Aumento en los costos de operación y de transacción en la economía. Especialmente en los sectores que deben adoptar normas de distanciamiento social. Todo eso -añadió- puede incidir negativamente sobre el potencial de crecimiento de más largo plazo. O sea -concluyó-, si nosotros queremos cerrar esa brecha de 10%, que se abrió respecto a la actividad que podríamos tener hoy día, necesitamos no solo mantener nuestro potencial de crecimiento, sino que aumentarlo”.
Y ¿qué pasa con la tasa de desempleo? Es elevadísima. Y así ha sido durante un largo lapso. ”Todo esto lo podemos caracterizar -subrayó Marcel- como heridas que van a tardar en cicatrizar”. Por tanto, la tasa “mínima técnica” no ha producido el efecto que debería tener para superar estos desequilibrios. Y si es así, ¿cómo está aportando la tasa de interés al objetivo de manejar la inflación? Para que logre el propósito de incidir en una inflación más alta debería haber actuado cerrando la brecha. Marcel, en un seminario efectuado por Asimet poco después de la intervención en el Chile Day, manifestó que el país se encuentra lejos de una situación inflacionaria “compleja”, debido reiteró a que la brecha de actividad “cuantificada en diez puntos (del PIB) empuja los precios a la baja”.
Las causales de inflación, como señalamos, son muy variadas, Por ejemplo, en febrero la tasa de inflación en doce meses descendió de 3% a 2,8%, la explicación principal reside en la amplia brecha del producto existente, consecuencia de una demanda interna insuficiente. Entre las causales del nivel de inflación está, desde luego, lo que acontezca externamente y sus repercusiones en el país. Chile no es una economía aislada. En EEUU ha existido una intensa polémica de por qué la inflación permanece baja desde hace mucho tiempo y cual debe ser la conducta a seguir por la Reserva Federal.
¿Qué ha sucedido en EEUU con la inflación? “La inflación ha estado -señaló un reportaje de Wall Street Journal- casi una década baja y muy por debajo del nivel del 2% que la Reserva Federal indica como ideal. Las condiciones habituales para que suba la inflación -mercados laborales apretados, expectativas públicas de alza en los precios– están claramente ausentes. Sin embargo, la angustia por la inflación está en un punto álgido entre los economistas y los mercados -continuó el reportaje- donde las tasas de interés a largo plazo han estado subiendo desde que el presidente Biden dio a conocer los planes para un nuevo y enorme estímulo fiscal. El tipo de inflación preocupante con lo que las persona como yo crecimos -manifestó a fines de enero Jerome Powell, presidente de la Fed- parece lejana y poco probable”.
En consecuencia, la baja inflación registrada en el país, destacada por Corbo, no constituye una excepción a nivel global. Lo que está aconteciendo tiene, por tanto, raíces generales que exceden con mucho a la “independencia“ del Banco Central chileno. Hay muchos factores actuando no solo internos sino también externos.
La discusión sobre la inflación en EEUU se intensificó desde el momento en que los demócratas eligieron a los dos senadores de Chicago; con lo cual se produjo un empate en la Cámara Alta con los republicanos, motivo por el cual el voto decisorio lo tiene la vicepresidenta Kamala Harris. Produciéndose la interrogante de qué sucederá cuando la potente política fiscal al ponerse en ejecución conduzca a eliminar la brecha de producción existente. La Reserva Federal ha anunciado que no comenzaría a subir las tasas de interés, desde su nivel actual cercano a cero, mientras la inflación no se acerque al 2% y tenga posibilidades de mantenerse en ese nivel y se registren en el país tasas máximas de empleo.
Por tanto, un gran tema a esclarecerse es el impacto real en la inflación que tendrá el plan de estímulo fiscal de US$1,9 billones ya aprobado. Su magnitud conduce a un escenario sin precedentes. Los tres paquetes de estímulo fiscal cursados a partir de la pandemia completaron así US$6 billones. En el proyecto aprobado estuvo presente la visión de que el paquete fiscal para salir de la recesión durante el gobierno de Obama fue positivo para impedir que se diese un escenario como el de la Gran Depresión de los años treinta, pero fue insuficiente para producir la recuperación que se necesitaba. Surgen múltiples debates al respecto. Uno de ellos es sobre el efecto multiplicador que se producirá en la demanda. Hay quienes sostienen que sería inferior a uno dada las restricciones establecidas por la pandemia. En cambio, Olivier Blanchard, execonomista jefe del FMI, sostuvo que su efecto multiplicador sería mayor a uno dado que favorece sobre todo a los sectores de la población de menores ingresos, los cuales porcentualmente destinan al consumo una parte mayor de ellos. Al US$1,9 billón deben sumársele los US$900 mil millones de estimules aprobados en diciembre y los cuales están utilizándose por el nuevo Gobierno y el elevado ahorro en poder de las familias. “Esto sería de ser así –comentó Blanchard– un aumento a la demanda que no he visto en toda mi vida”. Ello podría conducir en consecuencia a una tasa de desempleo extraordinariamente baja.
Se trata, por tanto, de un tema muy amplio, que las interrogantes no se esclarecerán recurriendo exclusivamente a las políticas monetarias. Están desempeñando un papel muy relevante las fiscales, que no se encuentran en el campo de determinaciones de los bancos centrales y que requieren eso sí mandatos mucho más amplios que los establecidos en la Ley Orgánica Constitucional que rige al Banco Central chileno, limitante que con el proceso de reforma constitucional debería quedar derogada. Una conclusión central que surge de lo expuesto es que el mandato entregado en el país al Banco Central colocando únicamente como objetivo central la inflación, es restrictivo. La Reserva Federal estadounidense tiene un mandato extraordinariamente más amplio, en este momento dándole una importancia relevante al empleo y, por tanto, al crecimiento económico. Además, que va enriqueciendo su propio análisis al enfrentar los desafíos planteados por los hechos en curso.
Barry Eichengreen, destacado académico de la Universidad de California, en un artículo titulado “Bancos centrales de nuevo modelo”, señaló luego de constatar que durante la crisis financiera de 2008 y la actual desatada a partir de la pandemia del coronavirus, “hemos visto a los bancos centrales intervenir para respaldar una gama creciente de mercados y actividades. (…) los bancos centrales -ejemplificó teniendo en cuenta la experiencia en países industrializados- están proporcionando ayuda específica a las empresas afectadas por la pandemia, comprando una amplia gama de activos financieros además de los valores tradicionales del Tesoro, y cooperando estrechamente con las autoridades fiscales (…)”.
“Cuando un país está en guerra, todas las agencias de gobierno, incluido el banco central, tienen la tarea de ayudar en los esfuerzos para librarla. La idea es -subrayó- que problemas urgentes como la pandemia, el cambio climático y la desigualdad son crisis existenciales ‘equivalentes a una guerra’, lo que significa que sería un abandono de las responsabilidades fundamentales del banco central no abordarlas. Cuando los problemas urgentes que enfrenta la sociedad cambian, también deben cambiar los mandatos de las agencias gubernamentales ¿Por qué excluir al Banco Central? Mientras más amplio es el mandato del banco central -concluyó-, más temas nuevos se le agregan, más difícil es mantener la independencia y autonomía del banco central”.
Por último, hay temas muy importantes que el Banco Central chileno tiene relegados. Uno de ellos es el tipo de cambio, la relación entre la moneda nacional, que comienza a abrirla como un activo internacional, y las divisas, la cual tiene gran incidencia en la inflación, pero igualmente en el comercio exterior y la actividad económica. Un artículo reciente de Manuel Agosín lo califica como “el gran olvidado”. El Banco Central defiende un esquema de “flotación limpia”, en otras palabras, deja entregada su variación al curso de la oferta y la demanda. Interviniendo, en el mercado exclusivamente en situaciones de emergencia, especialmente cuando ve en peligro sus objetivos inflacionarios. Parece –señalo Agosín- que incluir un objetivo de estabilidad cambiaria y de mantención del tipo de cambio competitivo sería un importante paso adelante“. Sin duda sería así.
Hugo Fazio
Marzo del 2021