ASUME BIDEN, FINALIZA LA NEFASTA ADMINISTRACIÓN TRUMP

El 20 de enero en Estados Unidos llegó a su fin la nefasta administración de Donald Trump y en una ciudad afectada por la pandemia, con fuertes medidas de seguridad y sin la presencia del mandatario saliente, se efectuó la ceremonia que puso al frente del país a su cuadragésimo sexto presidente, Joseph Biden. “Tenemos mucho que hacer -expresó en su discurso- en este invierno de peligro y posibilidades. Mucho que reparar, mucho que restaurar, mucho que crear y construir. Hemos aprendido que la democracia es un bien precioso y frágil, pero la democracia ha ganado”.

Sus palabras se pronunciaron en el National Mall, donde tradicionalmente se reunían grandes multitudes para las investiduras presidenciales, pero, en esta ocasión hubo un mar de banderas en homenaje a los muertos, mientras 25.000 integrantes de la Guardia Nacional protegían la ciudad. A continuación, se tomó juramento a Kamala Harris, la primera mujer vicepresidenta en la historia de EE. UU. y la primera persona negra y de ascendencia asiática elegida para el cargo.

Washington, la capital política de EE. UU. desde días antes de la investidura de Joe Biden era una ciudad blindada y militarizada. Es una capital de 700.000 habitantes, donde Trump en la elección de noviembre, obtuvo un número extraordinariamente bajo de sufragios. “Las tropas estadounidenses -expresó la alcaldesa Muriel Bowser- no deberían estar armadas contra sus compatriotas, pero lo que vieron (el 6 de enero) fue un ataque a nuestra democracia sin precedente “. Los capitolios estatales que también fueron amenazados igualmente debieron incrementar su vigilancia.

Cinco horas después de asumir, Biden procedió a suscribir un conjunto de órdenes ejecutivas destinadas a revertir decisiones de Trump, entre las cuales figuraron la reincorporación de EE. UU. a la Organización Mundial de la Salud y al Acuerdo de París sobre el cambio climático. Igualmente revocó la autorización otorgada para llevar adelante el proyecto que enlazaba Nebraska con Canadá, vía destinada a enviar crudo canadiense a refinerías estadounidenses, que contaba con una fuerte oposición medioambiental. Esta iniciativa también había sido rechazada por Barack Obama. Y ordenó que inmediatamente se paralizara la construcción del muro en la frontera con México, anteriormente había anunciado un plan para conceder la ciudadanía a once millones de inmigrantes.

La revocación de la construcción del proyecto petrolífero produjo un conflicto con las autoridades canadienses. “Saludamos -señaló en un comunicado Justin Trudeau, su primer ministro- el compromiso del presidente Biden para luchar contra los cambios climáticos, pero estamos decepcionados por la decisión relacionada con el proyecto Keystone XL”. En cambio, sectores canadienses defensores del medio ambiente expresaron satisfacción por la suspensión.

En su segundo día en la Casa Blanca, Biden dio a conocer el plan elaborado contra la pandemia, colocado como un objetivo prioritario y definido como “un esfuerzo a gran escala de tiempos de guerra”. “La cruda realidad”, declaró, vacunar a la mayoría de los estadounidenses tomará meses. “Las cosas -explicó- seguirán empeorando antes de mejorar”. El próximo mes, adelantó, el virus podrá cobrar cien mil nuevas víctimas fatales, que se agregarían a los cuatrocientos mil fallecimientos a la fecha. El detallado plan, explicó el coordinador de la respuesta al covid, Jeff Zients, se elaboró sin contar con la colaboración de las personas encargadas en la administración Trump. “Lo que heredamos -subrayó Zients- es mucho peor de lo que podríamos haber imaginado”. No existía, detalló, ningún plan de vacunación verdadero.

Un hecho muy significativo es que se nominó como asesor médico jefe del nuevo gobierno a Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas, que tuvo reiteradas diferencias públicas con Trump. “La idea de que uno pueda venir aquí -expresó a los medios de comunicación – y hablar sobre lo que sabe, sobre cuál es la evidencia, qué es la ciencia (…) dejar que la ciencia hable, es inmediatamente algo liberador”.

El nuevo gobierno asume en medio de una profunda crisis sanitaria y económica. Desde que estalló la pandemia a la fecha, estimó el Bank of América, se ha recuperado solo las dos terceras partes del producto perdido, considerando que el rebote no se dará hasta el tercer trimestre del año en curso. A su vez, el empleo perdido se logró reducir en un 56%. Trump ha sido el primer presidente en la historia del país que al cesar en su cargo había un nivel de empleo inferior a cuando asumió. El exmandatario “hizo en respuesta a la pandemia -comentó Moody’s Analytic- un pésimo trabajo y la economía de Estados Unidos está sufriendo como consecuencia (…) a pesar del enorme apoyo fiscal, que alcanza ya a un 15% del PIB, porcentaje sin precedentes. A pesar de todo este apoyo -recalcó-, la economía está lidiando contra el desempleo y el subempleo que son muy altos. Nuestra economía -concluyó- apenas se encuentra a flote”.

El día anterior a la investidura, el líder republicano en el Senado, Nitch McConnell, afirmó que Donald Trump “provocó” el asalto al Capitolio por una “turba”, que fue “alimentada con mentiras”. Sus afirmaciones fueron efectuadas durante una intervención en la Cámara Alta. The New York Times informó que en privado McConnell dio a entender que aún no había decidido si votaría para condenar al exPresidente en el juicio político sometido al Senado por la Cámara de Representantes.

Días antes de asumir, Joe Biden anunció un programa para afrontar la crisis por la suma de US$1,9 billones. Una de las partidas del financiamiento, ascendente a US$400.000 millones, está destinado a combatir directamente la pandemia, entre sus objetivos está acelerar la distribución de vacunas, esperando en los primeros cien días de la administración vacunar a cien millones de personas. Otros US$350.000 millones se destinarán a enfrentar los déficits presupuestarios de Gobiernos estatales y locales. Un billón se orientará directamente en estímulos a los trabajadores y las familias, con un cheque directo por US$1.400, más del doble de los US$600 aprobados en el plan divulgado poco antes de las elecciones presidenciales, y con subsidios a los desempleados US$100 semanales superior a los vigentes y con duración hasta el mes de septiembre. Finalmente, otros recursos se orientarán a pequeñas y medianas empresas, así como a comunidades especialmente golpeadas por la pandemia.

El plan se anunció en un discurso televisivo en que Biden criticó a la administración Trump, particularmente por su “fracaso” en la distribución de las vacunas. “No es difícil ver -manifestó- que nos hallamos en medio de una crisis económica como las que solo enfrentan una entre muchas generaciones, con una crisis de salud pública en paralelo. No nos podemos permitir -agregó- seguir de brazos cruzados. Los beneficios (del plan) -concluyó- superan con creces su costo”.

New York Times comentó que un plan de esta envergadura presentará dificultades en su aprobación en el Senado donde los republicanos tienen la mitad de los integrantes. Biden, por su parte, expresó su confianza en que se aprobará rápidamente, sin ser afectado en el Senado por el juicio político a Donald Trump, que fue aprobado en la Cámara de Representantes con el respaldo de diez congresistas republicanos. En su alocución, Biden hizo referencia al juicio político como un “voto bipartidista de congresistas que siguieron la Constitución y a sus consecuencias “, al tiempo que denunció una vez más el asalto al Capitolio, como una acción violenta contra “los servidores públicos en la ciudadela de la libertad. Espero -enfatizó- que el liderazgo del Senado encuentre la manera de gestionar sus responsabilidades como el impeachment a la vez que trabaje en otros asuntos urgentes de esta nación. (…) que sigue presa de un virus mortal y una economía tambaleante “.

La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, informó que la presentación del juicio político contra Trump se efectuará al Senado el lunes 25 de enero por “incitación a la insurrección”. La presentación de las partes se iniciaría el 8 de febrero. La formulación de congresistas republicanos que efectuarlo ya no se justificaría al haber dejado de ser presidente, el líder de los senadores demócratas, Chuck Schumer, la rebatió y afirmó: “No se equivoquen, tendrá un juicio (…). No tiene ningún sentido -argumentó- que ningún presidente u otro alto cargo político cometa un delito contra el país, y entonces se le permita dimitir, con el fin de evitar la rendición de cuentas y la prohibición de que vuelva a optar a un cargo público”.

El Senado tiene a la vez que confirmar a los miembros de su gabinete ministerial, proceso que será más fluido después de la doble victoria demócrata en las elecciones de Georgia, que dejó a ambos partidos con la misma cantidad de votos, pero con el pronunciamiento definitorio de la vicepresidenta, Kamala Harris. Ya se confirmaron al nuevo secretario de Defensa, Lloyd Austin, el primer afroamericano nominado al frente del Pentágono, y Avril Haines, directora de Inteligencia Nacional.
Janet Yellen, nominada como secretaria del Tesoro, en la audiencia de confirmación de su cargo ante el Senado, el día previo a la investidura de Biden, sostuvo la necesidad de mantener un gasto público elevado para hacer frente a la crisis del coronavirus. “La pandemia – manifestó- devastó la economía. Los daños son enormes -agregó- nuestra respuesta también debe serlo”. De no actuar así, “la economía puede enfrentarse a una recesión más prolongada y dolorosa” con “cicatrices a largo plazo. Voy a enfocarme -añadió- desde el primer día a brindar ayuda a los trabajadores estadounidenses y a las pequeñas empresas, a poner en práctica rápida y eficazmente el plan que fue adoptado recientemente (US$ 900.000 millones) y luego trabajar en el segundo paquete de ayuda que considero necesario para atravesar estos momentos oscuros”, haciendo referencia al anuncio efectuado por Biden del plan por US$1,9 billones. “Ni el Presidente electo ni yo -subrayó- proponemos este paquete de ayuda sin tener en consideración la carga de deuda del país. Pero ahora mismo, con las tasas de interés en mínimos históricos, lo más inteligente que podemos hacer es actuar a lo grande”.

Luego, consultada por senadores republicanos, informó que cuando la pandemia finalice buscarán revertir los beneficios a grandes empresas de la reforma tributaria establecida por Trump. El país debe avanzar, sostuvo, hacia “un código tributario justo y progresivo en el que las personas y empresas adineradas paguen su parte justa”. En cuanto a las relaciones con China afirmó que, si bien se espera tener un trato diferente al agresivo de Trump, no cambiará del todo.

Mientras tanto, los problemas continuaban agudizándose. Los Estados enfrentaban más restricciones ante un coronavirus que atacaba con más fuerza que nunca. El Departamento del Trabajo anunciaba el día que Biden comunicó su plan, que 1,15 millones de personas pidieron subsidio de desempleo más que en la primera semana de 2021, un 25% superior a los siete días anteriores.

“Por segunda vez en doce años -comentó Paul Krugman, al conocerse el programa económico de Biden-, un presidente demócrata recién elegido hereda una economía en graves apuros. El estrecho margen de los demócratas en el congreso supone que los objetivos progresistas más ambiciosos deberán quedar en suspenso. pero el paquete de rescate que Biden hizo público (…) ya es una señal que el nuevo presidente no hará gala de la excesiva cautela que inhibió la respuesta de Barack Obama a la crisis económica. Aun así -advirtió- por si algunos miembros del equipo de Biden se sienten precavidos, permítanme ofrecer cuatro reglas basadas en la dura experiencia que deberían animarlos a atacar con valentía el caos en que nos hallamos”.

»Regla N°1. No dudes del poder del Gobierno para ayudar. (…) todo lo ocurrido desde 2009 nos dice que el gasto público puede ser enormemente beneficioso. (…) la experiencia reciente demuestra que un gasto público inteligente puede mejorar mucho la vida de los estadounidenses.
“Regla N°2. No te obsesiones con la deuda. las advertencias constantes acerca de peligro del endeudamiento público coartaron casi desde el principio el programa de Obama. Biden no debería permitir que eso ocurra de nuevo. (…) ahora el consenso extendido entre los economistas es que la deuda es un problema mucho menor de lo que la creencia general afirmaba. (…) los bajos tipos de interés hacen que la carga suponga el pago de la deuda en un hecho muy bajo según baremos históricos “.

“Regla N°3. No se preocupe por la inflación. Las constantes advertencias sobre la inflación disparada (…) caracterizaron también los años de Obama, pero la inflación nunca despegó. (…) Una lección aprendida durante los años de Trump: podemos soportar una economía ‘caliente‘, con desempleo bajo y grandes déficits presupuestario sin que la inflación se desate.”

“Regla N°4. No cuenten con la ayuda de los republicanos para gobernar. el pecado original de la política económica de Obama fue el flojo estímulo del 2009. La Ley de Recuperación y Reinversión estadounidense ayudó a estabilizar la economía, pero se quedó muy corta teniendo en cuenta la profundidad de la crisis. Una de las razones porque el plan se quedó tan corto fue que Obama intentó el apoyo de ambos partidos. Pero ese apoyo no llegó nunca. (…) Biden no debe cometer el mismo error. (…) no puede dejar que el intento de alcanzar un apoyo bipartidista lleve a una política descafeinada. (…) Resumiendo todo esto – concluyó – el mensaje es al ‘cuerno con los torpedos, adelante a toda máquina’. No se debería permitir que una ideología caduca, las falsas preocupaciones económicas o una vana esperanza de cortesía se interpongan en la aplicación de las políticas que Estados Unidos necesita”.

Hugo Fazio
Enero 2021