PARTE DE LA MEMORIA

Por Cristian Cottet

Recuerdo una ventana instalada sobre unas piedras y barro mucho barro una ventana pequeña hecha de barro en medio de una tarde y una muralla de invierno sosteniendo los vientos unas gallinas que ponen huevos en las zarzamoras y una abuela grande vestida de negro canosa mirándome mientras tuesto el trigo para la harina y el ulpo hecho de olores más que de trigo.

Ahora camino descalzo entre huesos calcinados de olvido mientras busco un refugio un reposo algo donde establecer una patria con bandera triciclos y el silabario que no permita la desértica mudez o las desventuras o las impunidades todo suena y se presenta en la forma de selva y un par de manos que se transforman poco a poco en aquel desaliñado llanto en esta historia no existen valientes ni cobardes solo seres humanos entristecidos entre huesos descalzos de homenajes.

Los ojos se incrustan sobre rastrojo de besos desde la inútil distancia recortamos el viento un rasgo volátil y sinuoso los chinos de la montaña caminan sin conciencia de sus piernas recuerdan con toda la piel se desnudan para bañarse de soberbia el momento anunciado despierta estamos en la fiesta estamos solo con lo que atrapa un gorrión en la forma inútil de un equipaje sombrío así desdentados entre obispos ofrecen la mano segura del dolor ellos saben y se resisten a saber que la diferencia es todo a lo que podemos esperar en un territorio agrete en un secreto a voces ellos saben rodearnos de misterio develado con el sonido del viento vuelven una y otra vez hasta recibir de otras intenciones lo que ninguno puede descifrar en una noche como esta donde los diablos se liberan se redimen y el resoplar de flautas indica que la noche la eterna noche construida de escarcha se rebela en silencio para hacernos creer que algún misterio resbala de la sombra de un virgen generosa.

Todo esto es realidad instalada solo para mis ojos para mi cabeza y de verdad no existen las gallinas ni el suelo de tierra ni la ventana oscura y de barro por eso todo lo que veo se me graba en un bolsillo del overol lo retengo en mi pequeña e inexperta vida para así contar las historias de mis hijas y explicarles a mis hijos y conversar de noche con la mujer vestida de negro con su pelo tomado como un moño escondido entre las ramas del humo la misma que todo lo deja fragante como mi abuela caminando tras la chancha para encerrarla y dejarla pariendo.

En este encierro de años malgastados algunos hechos se reúnen a la velocidad de la vida de los sueños y vuelvo a correr a besarla y subirla al más alto de los árboles que crecen en mis brazos y tomamos fotografías disfrazados de leones y puedo gastarme el aire que me resta la vida incluso que me resta estoy con ella mientras el resto de la humanidad me requiere y le miento a los que miran porque estaré con ella aunque no me vean aunque me esconda aunque pierda el bus de retorno desde San Felipe aunque no tenga un peso en los bolsillos ella es todo el alimento que requiero aunque se escapen las gallinas yo estaré observándole de lejos y podría contarles algunas cosas pero arriesgo un punto menos en nuestro juego de vecinos y señoras ahora le observo disculpen me requiere Alicia pidiendo ayuda con las gallinas.

San Felipe es un tremendo pueblito que llora siempre alguna ausencia se desvive por no mojarse en invierno y por mojarse en verano se inunda se corta la energía eléctrica se pierden los amantes en un marasmo de rostros y Santiago es siempre más grande cuando es visitado y más pequeño cuando se viaja rumbo a cualquier parte no te engañes en Santiago puedes pasar la vida buscando un santiaguino es una ciudad (los hay quienes prefieren referirse a él como mega-ciudad) que se auto-marca con estatuas y guerras imaginarias de noche penan las ánimas y puedes llegar a creer que todas las calles llevan al cementerio.

Busco siempre algo no visto en San Felipe y en Santiago pero en estos días estoy tras las huellas y marcas de las violaciones a los derechos humanos antes busqué los espacios de sobreviva de aquellos que no tienen techo recorro y no siempre encuentro vuelvo donde lo mismo estuve y aparece lo que he visto y alguna pequeña señal de otro entusiasmo es ahí cuando recuerdo una señora alta vestida de negro haciendo pan amasado y chicharrones.

Mi casa es rosada con un muro de ladrillo a veces cruje porque es de madera mi casa es invisible hablo con ella por las tardes porque ha pasado mucha gente por sus puertas mi casa es un vestido negro que se confunde con otro que es rosado nadie esperaba que fuera a nacer desde un par de zapatos y un pelo blanco que apareciera esa ronca voz de dos adultos nadie lo sospechaba por las tardes de Linares y una abuela de negro y un camino hasta los dóciles cerdos que esperan la hora del desierto.

Nos queda el amor una sonrisa algunos deberes con amigos la muerte en manos inocentes dos pasos sobre la sangre y la sonrisa de todos un poco de tierra no le hace mal a las palabras ¿recuerdas? éramos muchachos muchachas con jumper de colegio ¿para qué? pregunté al que viajaba yo soy la mano que no supo cómo se limpian los recuerdos pero nos queda el amor una sonrisa y un poema desordenado que trae a este presente los miles de amigos que no están se los llevaron gritaron su nombre recorrieron celdas pero aún así y a contrapelo nos queda el amor.

Mi abuela es así.