El retiro del Comando Jungla desde la zona de la Araucanía no pone fin al largo conflicto entre el Estado y el pueblo mapuche. El anuncio gubernamental es el resultado de la presión social e implica un fracaso de la política represiva del gobierno de Sebastián Piñera. Habida cuenta que él mismo, había anunciado el desplazamiento de la fuerza especializada de Carabineros, instruida en Colombia.
El asesinato de Camilo Catrillanca, tiene responsables directos, pero a todas luces los responsables de las decisiones y el enfoque represivo de las acciones de carabineros han sido adoptadas en oficinas gubernamentales ubicadas en La Moneda. La ola de indignación y las múltiples movilizaciones desarrolladas en todo el país han sido demostrativos que las demandas del pueblo mapuche encuentran apoyo en vastos sectores sociales e indicadores de que la solución se encuentra en los caminos de las decisiones políticas y no de las políticas represivas y policiales.
El procesamiento de los carabineros y el paso a retiro de oficiales de lata graduación de la institución policial son solo pasos en la investigación judicial que debiera culminar una vez aborde todas las aristas criminales y de obstrucción a la justicia que ha quedado evidenciada por las informaciones que día a día se conocen.
El retiro del Comando Jungla de la zona no es la solución al enfoque represivo y policial. El propio gobierno al hacer el anuncio de su retiro ha insistido que fortalecerá la presencia de Fuerzas Especiales. Presencia militarizada de tropas que ha sido una política permanente de todos los últimos gobiernos. Militarización de la zona que incluye mandos, fuerzas y armamento de guerra y que los acontecimientos recientes exigen ponerle fin.
Pero junto a la desmilitarización de la zona, es necesario y urgente encontrar soluciones políticas. Y estas pasan por reconocer que “que en el trasfondo hay una lucha encubierta de intereses económicos de forestales, pesqueras e hidroeléctricas protegidas por el poder político, bajo la justificación que de ellas depende el desarrollo de la Araucanía y el país” como señala el profesor y dirigente mapuche, Diego Ancalao.
Abordar el conflicto desde sus causas más estructurales e históricas impone, por lo menos reconocer los derechos elementales de los pueblos indígenas. Comenzando por el derecho a sus existencias y el conjunto de derechos sociales, políticos , territoriales y culturales que les son propios.
No hay lugar para soluciones represivas. Sí es tiempo de un cambio profundo y con perspectivas de futuro.
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