Por Carlos Romeo, desde La Habana
Los gobiernos de los 14 países que integran el llamado Grupo de Lima y obviamente también el de los EE.UU., han arremetido en contra del resultado de la elección presidencial del pasado día 20 en Venezuela que Maduro ganó por amplísimo margen. La escandalera ha sido amplificada y divulgada a “tuti plen” por la prensa internacional. En efecto, lo sucedido es inaceptable. ¿Cómo es posible que unos 10 millones de un total de 20 millones de venezolanos calificados para votar, se hayan prestado a ese gigantesco fraude político según las normas de la aceptada convivencia democrática? ¿Y qué dicen esas normas? Bueno, ante todo, que esa masa de seres humanos denominada pueblo, debe comportarse según las reglas de la política partidista que dice que como es virtualmente imposible imponerles el mismo comportamiento electoral a la totalidad, hay que descomponerla en fracciones para poder lograr al menos que la mitad más uno de los que decidan ejercer su derecho al voto, sea el porcentaje que sea del total habilitado para ello, coincida en su preferencia electoral. Descomponer esa masa de votantes potenciales en fracciones es la tarea fundamental de los llamados partidos políticos. Pero además, las reglas de la democracia de los partidos políticos dice que o todos participan o si no la elección es ilegítima, circunstancia muy rara toda vez que la razón de ser de un partido político es esforzarse por agarrar algo del poder político para sí.
Resulta, por consiguiente, inaceptable que ese rebaño de ciudadanos venezolanos no se haya comportado según las reglas aceptadas del juego democrático y que pese a que un grupo de partidos políticos venezolanos no aceptó participar de la elección presidencial por las razones que invocaron, al parecer y según se sospecha porque pensaron que podían perder aunque se unieran, la mitad haya caído en la trampa chavista y aceptado acudir a votar. Estamos hablando de un sub rebaño de 10 millones de seres con derecho al voto y, lo que más duele y hay que lamentar , es que casi el 70% haya cometido el error “irracional” de votar a favor de Maduro, el actual Presidente que todo el mundo en su sano juicio considera un dictador, que la economía nacional, 70% privada, se esté desmoronando por la manera como sus propietarios la están administrando, descalabro únicamente explicable por la política de Maduro que no satisface sus expectativas para poder ganar dinero y así abastecer adecuadamente al pueblo venezolano de lo que necesitan para vivir.
Conclusión: hay que castigar a los venezolanos por su comportamiento antidemocrático con todo tipo de presiones diplomáticas formales, como la idea del Ministro Ampuero, de vaciar la embajada de Chile en Caracas de funcionarios, presiones financieras como la prohibición por el gobierno norteamericano de que el de Venezuela venda documentos de crédito, y otras más.
Resulta que al menos para mí, esto que sucede con relación al proceso político que transcurre en Venezuela, es un episodio “deja vu” como dicen los franceses, ya visto o experimentado, hace ya mucho tiempo cuando empezó la Revolución Cubana, y el equivalente de los 14 del grupo de Lima eran todos los países de América, con la excepción de Canadá y México y además se le impuso por parte de los EE.UU. un bloqueo económico, comercial y financiero a ese país que todavía dura: han pasado casi 60 años. En el caso de Venezuela su proceso revolucionario chavista lleva ya casi 20 años y después de esta elección presidencial todo parece indicar que cumplirá 25.
Lo sucedido me hace recordar el proverbio árabe que dice “Los perros ladran y la caravana sigue su marcha”.
22 de mayo del 2018