“La DC está en una situación crítica, casi terminal”
(Jorge Pizarro, según La Tercera)
Por Carlos Romeo
Quizás muchos no recuerdan cuándo y por qué se creó la Democracia Cristiana en Chile en 1957, cuando los que lo hicieron cambiaron los nombres de La Falange y de Partido Conservador Social Cristiano al fusionarse ambas entidades política que asumían ese nuevo nombre.
Yo si recuerdo cuando bajo el liderazgo de Eduardo Frei Montalva la DC divulgo sus concepciones ideológicas reformistas bajo la consigna de Revolución en Libertad, opuesta como alternativa ante las grandes masas populares a la otra, la “Revolución sin Libertad”, vale decir la roja, la marxista.
Tuvo su oportunidad durante 6 años cuando Eduardo Frei ganó la elección presidencial en 1964, pero curiosamente si bien al parecer había “pegado” eso de revolución, no lo hizo el carácter de cristiana, toda vez que en 1970 se eligió a un candidato que prometía preparar las condiciones para también hacer una revolución, pero de la otra, una roja, ya que aglutinaba a los marxistas de los partidos Comunista y Socialista con los desencantados ex democratacristianos revolucionarios que conformaban el MAPU y la Izquierda Cristiana.
Los chilenos vivieron la experiencia de querer cambiar sustancialmente las cosas en su país bajo dos concepciones revolucionarias diferentes. La primera vez nada paso, salvo que el intento solo pudo durar 6 años y no se repitió. La segunda vez, todos sabemos cómo terminó el proceso cuando se iniciaba, cauterizado a sangre y fuego por ese otro “partido” político supuestamente “apolítico” y puramente profesional, como lo era de verdad, profesional, pero para mantener el sistema económico y social vigente que en su simpleza e interés identificaban con la Patria que habían jurado defender. Durante los años que duró la Revolución en Libertad democratacristiana los militares no tuvieron que demostrar su profesionalismo por que de ninguna manera se estaba tratando de modificar el orden tradicional de las cosas, una economía capitalista con una estructura social derivada precisamente de su base económica, que no experimento cambios significativos.
Todo tiene un fin, hasta las dictaduras militares, y en estas nuevas circunstancias volvió a aparecer en primera plana la Democracia Cristiana, pero ahora sin el eslogan de revolucionaria, simplemente democrática y muy de acuerdo en mantener el orden económico y social heredado de los militares y desde luego que ya sin un mensaje revolucionario. Pero esta definición, o más bien indefinición ideológica explicita, sometió a la DC a tensiones internas entre los “realistas”, para los cuales el objetivo es participar a toda costa del poder político y los que todavía mantienen una voluntad transformadora de la realidad chilena, objetivo que durante los últimos 27 años no ha sido prioritario para los seis gobiernos que ha tenido Chile, en cinco de los cuales participo la DC.
Me atrevería a decir que la DC, como colectividad política, ha hecho suya la “boutade” de Fukuyama sobre el fin de la historia, capitalismo a escala mundial “for ever”, con lo cual nada tienen ya que hacer en ella los que aun quieren participar en cambiar las cosas en Chile.
¿Está por renacer una Izquierda Cristiana? Es un buen momento para ello, dado el líder máximo que en estos tiempos tienen en Roma.
La Habana, 6 de enero del 2018