Max Oñate Brandstetter*
“Nosotros hemos peleado,
hemos derramado nuestra sangre para destruir la tiranía,
no para cambiar de tiranos”
José Miguel Carrera
Los partidos tradicionales van a la baja, la población votante que votó con el voto obligatorio se retiró cuando apareció el formato del voto voluntario, quedándose mayoritariamente el voto duro de los militantes, que han determinado la crisis actual de la democracia, donde el votante ha desaparecido en macro escala.
Algunos sostienen que la derecha históricamente acapara el 44% de las votaciones, pero hay algunos datos duros que desarman esta mirada.
En el plebiscito del 88, a niveles generales o nacionales, la opción si obtuvo sobre el 43% de las votaciones sin embargo, ganó en 15 distritos, por lo que si desarrollaran elecciones de diputados, de fórmula uninominal, las opciones derechistas hubiesen obtenido tan solo un 25% de representación –muy por debajo del 43% estimado- y eso demuestra, lo frágil que es el mundo de las estadísticas y la conclusión a primera vista (y única) de la trayectoria electoral.
¿Por qué Piñera marca un 44%? Principalmente por que las opciones de centro izquierda se encuentran divididas en 6 opciones electorales distintas, en cambio Piñera se muestra como una figura de la derecha oficial, mejor organizada y con un programa único de gobierno y eso lo perfila en este contexto, como un político, electoralmente exitoso.
Aunque obtenga el 44% que proclaman las encuestas, la derecha no obtendrá la representación parlamentaria cercana a esos números, principalmente porque el cerrojo electoral binominal ha desaparecido, así que aquella sobrerrepresentación (del 15% aproximadamente por caso) que permitía tener el 50% del parlamento, teniendo un poco más del 30% de los votos, ha desaparecido y hoy correrán en un circuito proporcional que, en el mejor de los casos, obtendrán un tercio de la cámara de diputados.
En ese escenario, los esfuerzos de la derecha deben ir apuntando directo al ejecutivo, y lo ha hecho con su carta más rentable.
Las estadísticas de aprobación en el campo electoral cambian por cualquier cosa y de un minuto a otro, pero la última baja de Sánchez, coincidió con su postura de no debatir con ex ministros de Pinochet y aleja virtualmente al frente amplio de la presidencia.
¿Qué se ha manifestado este último tiempo en este contexto electoral?
Que de no llegar a segunda vuelta, Goic, Guillier y hasta Sánchez, están perfilando el “todos contra Piñera”, sumar votos para impedir el ascenso del candidato de la derecha, y en eso consiste la táctica del frente popular, donde se sumaban las voluntades electorales de los partidos obreros, los de centro izquierda y hasta burgueses liberales, de corte democrático, como frente común contra el fascismo, y aquí se está desarrollando una maqueta similar, que lejos de las diferencias programáticas, existirá una alianza para derrotar al “enemigo”.
Lo contradictoriamente curioso, es que el Frente Amplio se levantó como una alianza electoral, cuya misión era desafiar y derrotar al “duopolio” de los partidos tradicionales, que se asimilan en el torrente neoliberal, y ahora está planteada la posibilidad de adherirse a una de esas dos alas neoliberales –como ellos acusaban-.
Esta posición ya tiene una disidencia interna. Izquierda Libertaria, nacida como “plataforma libertaria”, incisión del FEL que apoyó a Marcel Claude en la elección pasada –al igual que el partido Poder y el partido Humanista, hoy agrupados en esta coalición denominada Frente Amplio- ha planteado abiertamente su negativa rotunda a sumarse al proyecto concertacionista –aunque se trate solamente de traspasar votos- porque son interpretados como enemigos políticos, que poseen un programa y visión común con la derecha.
En este marco, hay resultados que son inevitables.
1) Si sólo participan los votos duros en esta elección, el Frente Amplio será derrotado de forma aplastante.
2) Si el Frente Amplio no llega a segunda vuelta y desarrolla la estrategia del Frente Popular, la coalición como tal, se romperá hacia adentro y dejará de existir y su cantidad de votos entregados será menor que los recibidos en primera vuelta.
3) Si llegara a pasar a segunda vuelta, necesita los votos concertacionistas para ganar, para lo que debería negociar.
4) El resultado más probable, es que el Frente Amplio no gane ni pase a segunda vuelta, establece la estrategia frente-populista, pero con ello destruye su organización política y social, pasando en 4 años más, para formar otra alianza electoral con nula capacidad de proyección y sobrevivencia política, aunque ya ha ocupado el lugar del PC como ente marginado de la concertación, que obtenía cerca de 300.000 votos por elección.
El desarrollo de la estrategia “Frente Popular” significa la muerte del “Frente Amplio”, cuyo desarrollo en curso de las elecciones, parece inevitable.
*El autor es Cientista Político, licenciado de la Universidad Academia Humanismo Cristiano