Por Carlos Romeo
A mí me gustan las películas de espionaje y de acciones inverosímiles como esas que lleva a cabo Tom Cruise en sus Misiones Imposibles, pero distingo esa manera de entretenerme con la realidad. Pero resulta que desde el Gobierno estadounidense están divulgando un nuevo episodio que trata sobre una misteriosa forma de atacar a los diplomáticos de ese país en Cuba mediante desconocidas técnicas acústicas y/o electromagnéticas que logran que pierdan la audición y hasta les produzca daños cerebrales. Las autoridades cubanas han investigado esas denuncias de la Secretaria de Estado sin encontrar explicación alguna y hasta han invitado al FBI a que venga a Cuba y proceda a hacer sus propias investigaciones. Más aun, el Presidente Raúl Castro se entrevistó con el diplomático estadounidense de mayor rango en Cuba para asegurarle que Cuba no ha llevado a cabo ninguna acción de ese tipo por no tener ningún interés en ello.
Pero está claro que después de las hostiles palabras de Trump en Miami en contra de las relaciones entre ambos países y hace apenas unos días sus declaraciones en las Naciones Unidas de que Cuba tiene un gobierno “corrupto y desestabilizador”, por lo cual mantendrá el bloqueo económico, comercial y financiero a ese país, los sectores más anticubanos en los Estados Unidos están recrudeciendo sus acciones tratando de anular los logros de Obama en ese campo.
Solamente los ignorantes y los ingenuos pueden pensar que los intentos de mantener y agravar las discrepancias entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba obedecen a razones éticas y morales. Frases célebres como la del Presidente Roosevelt, quien dijo “Somoza es un h. de p. pero es nuestro hijo de p…” o del Secretario de Estado de Eisenhower John Foster Dulles, cuando declaro que “Estados Unidos no tiene amigos. Tiene intereses.” aclaran perfectamente el contenido pragmático y utilitario de la política exterior de los EE.UU.
Desde los EE.UU. Cuba es considerada como un “gran botín” que premiará a quienes acaben con su organización socialista para retrotraerla al capitalismo. Hay para muchos. Ante todo, para viejos y no tan viejos politiqueros del exilio cubano o vinculados a él, como el senador Rubio que de cubano no tiene nada, que sueñan con volver a formar gobierno en una Cuba ”liberada” y presidir la devolución de propiedades hoy estatales a sus antiguos dueños o a sus descendientes, a participar lucrativamente en la privatización de las industrias y de la agricultura estatales y sobre todo en la explotación de una mano de obra altamente calificada pero barata, con la cual piensan invadir el mercado estadounidense que, desde luego, se abriría para recibir sus mercancías y servicios, entre ellos los de salud.
Para los políticos y hombres de negocios estadounidenses más avispados, ese sueño se “cayo” y una actitud realista es contentarse con los posibles negocios que se pueden establecer con la actual Cuba Socialista. No obstante, su pragmatismo político y económico, que viene a ser lo mismo, no es lo suficientemente fuerte como para imponerse todavía sobre los estertores de esos que aun sueñan lo imposible y que logran sus objetivos mediante acciones propias de la politiquería norteamericana en estos días en que por razones que aun los sociólogos tratan de explicar, fue elegido en los EE.UU. un Presidente sin ninguna experiencia política y con un ego descomunal que hasta le impide darse cuenta de su ignorancia y de los disparates que dice y hace.
Bueno, los cubanos quienes han vivido ya 57 años confrontando la hostilidad del Gobierno del país del norte pueden, sin lugar a dudas, seguir viviendo en esas condiciones y hasta ser felices.
La Habana, 23 de septiembre del 2017