Por Max Oñate Brandstetter*
“La izquierda ha perdido su identidad
porque no pugna contra la derecha,
sino contra el ser humano”
Ramón Reig
Se han levantado ciertos mitos políticos propios de la coyuntura electoral.
En primer lugar, a través de la prensa se ha propagado un metarelato de “polarización” ideológica a partir de eventos como la “agresión callejera” que sufrió el diputado Kast, como si se tratara de un matonaje político de una campaña electoral adversa a la del derechista díscolo de Chile Vamos.
En segundo orden, la publicación de las “inversiones socialistas en la realidad del mercado neoliberal del Chile contemporáneo”, que ha jugado más que un papel de deslegitimación de la campaña electoral oficialista, porque ha instalado, o mejor dicho; profundizado la idea de una nueva estafa o robo desde las élites hacia la sociedad civil, que se reflejará en la huelga electoral o no participación en las urnas.
En tercer lugar, la nueva presencia de una “izquierda alternativa” (desde las elecciones anteriores) que pretende desplazar a la “izquierda” dominante (electoralmente) y desde ahí la cobertura comunicacional hacia el Frente Amplio, lo ha hecho en el marco de la polarización política, pero el “sujeto histórico” de la democracia ha muerto (la ciudadanía electoral), por lo que la polarización carece de pación electoral.
En cuarto lugar, el régimen polísentido, pues es una incoherencia plantear polarización o tensión política en una realidad sin particitico que posee la República de Chile, muestra su carácter representativo (no participativo, no vinculante) de la toma de decisiones, que entrega absoluta autonomía e inmunidad (que no puede ser retirado del cupo de representación y ser reemplazado por otro postulante) al “representante”, que se ha traducido en cohecho, corrupción, promesas no cumplidas, etc. Y que ninguna coalición o candidato se ha referido, o propuesto cambiar el modelo democrático por uno de carácter participativo (democracia representativa más elementos plebiscitarios) que podría quitar la crisis de ilegitimidad de la democracia o de su encarnación temporal (gobierno).
Ningún candidato o coalición se ha posicionado en lo que respecta al capital financiero, sino mas bien con ciertos síntomas (AFP, educación, o cualquier parcelación aislada del capital financiero) ni que harían en relación al sector financiero dominante de nuestra sociedad.
Recordando las palabras de Clodomiro Almeyda en “Mi respuesta a la acusación del régimen ante el tribunal constitucional” cuando señaló que “El fin último de la dictadura ha sido imponer un modelo económico destinado a favorecer los intereses de una minoría sobre la base de la marginación y exclusión de una parte importante de la población chilena”
La ciudadanía es convocada con cierta periodicidad, sin embargo opera con la exclusión sistemática de la ciudadanía en el quehacer en la arquitectura política nacional (y no ha sido planteado en esta feria electoral).
La realidad económica (la que dirige a la arquitectónica dimensión política) se hace manifiesta, persiguiendo sistemáticamente a los vendedores ambulantes en las calles, en el metro (dicha realidad económica no puede ser tapada con un dedo y hay que plantearse el quehacer para no seguir arrastrando a la ciudadanía a ese tipo de trabajos, y tomando conciencia de que la persecución es arrastrarlos a la delincuencia) con la promesa de eliminar el CAE, pero quienes contrajeron la deuda deben pagarla, pero el sector del capital financiero es perdonado por las reiteradas estafas a la mayoría de los ciudadanos, mediante colusiones, evasión de impuestos, alzas de precios incoherentes, etc.
Todo esto ocurre en el marco del plan anti evasión lanzada por el gobierno en el sistema de transportes de buses (aunque Alsacia ha evadido impuestos desde el comienzo del proyecto) ¿el gobierno defendiendo la propiedad privada del transporte?, la presión de las AFP de aumentar sus ganancias exigiéndole más a los cotizantes y el gobierno no intercede.
Todo se está resumiendo a que la ciudadanía entera le entregue dinero a las AFP (por eso estaría prohibido trabajar de otra forma y se explica la persecución callejera concentrada en la ciudad y hasta en el transporte público) que consuma y que pague: obediencia y riqueza para los administradores. Empobrecimiento y conciencia limpia para los contribuyentes.
En una feria electoral que ya cuenta con más de 10 candidatos (o pre-candidatos) a La Moneda, que podemos comprar a las, piernas o pechuga de pollo, pero no podemos comer otra cosa. Podemos elegir al que queramos en estas elecciones, pero siempre en una democracia de tipo representativa y no vinculante, donde el poder en todas sus formas esté concentrado siempre en los mismos sectores directivos de esta república.
Esta es la profundidad política que debe ser expuesta lejos de esta feria electoral, discutir a nivel de arquitecto y de proyecto país, para que de ese modo el poder no se encuentre entre cuatro paredes.
*El autor es Cientista Político, licenciado de la Universidad Academia Humanismo Cristiano