SPUTNIK, MI AMOR

Comentario de Aníbal Ricci

La soledad de los seres humanos es el tema de esta novela. Sumire es una joven de veintidós años que desea convertirse en una escritora. Escribe más palabras de las necesarias para confeccionar una novela. Le sobran historias, aunque éstas carecen de unidad. Son anécdotas aisladas, algunas de buena factura, pero a Sumire le falta esa chispa vital, ese deseo sexual, para unir palabras y dotarlas de vida. El narrador, un joven profesor de primaria, está enamorado de Sumire y comparte con ella la pasión por la lectura. En cierto modo es su cable a tierra, aquél que responde sus dudas existenciales, aunque ella no sienta por él ninguna atracción más allá de la amistad. Sumire se enamora de Myû, una mujer sofisticada (mayor que ella) que ha sufrido una partición de su espíritu hace catorce años. La novela sitúa a cada uno de estos personajes en islas separadas que, ante el contacto con otro, más bien la pérdida del otro, experimentan cambios irreversibles, donde sus personalidades se bifurcan dejando tras de sí un cascarón vacío, pese a lo cual continúan sus vidas, menos intensas y carentes de afectos. Sugiere la dificultad de encontrar almas gemelas en quien confiar y enamorarse, muchas veces no correspondidas, causantes de dolor y aceptación de un destino esquivo. La novela se cocina a fuego lento, con escenas de gran sensualidad y contención, situando al lector en distintos parajes y puntos de vista. Cada personaje expondrá su intimidad y será prisionero de sus propios temores. Las historias son conmovedoras y nos dejarán pensando en nuestra forma de enfrentar el mundo de las relaciones.

Novela
Sputnik, mi amor
Haruki Murakami
Tusquets Editores