LA TEATRALIZACIÓN POLÍTICA ACTUAL

Por Max Oñate Brandstetter*

«Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio»
Eduardo Matte – 1892

El concepto de teatralidad política ha sido poco explorado, o al menos, poco recabado y estudiado en función de la política práctica cotidiana desde la institucionalidad y el comportamiento político.

Se puede afirmar que el concepto tiene dos dimensiones. Por una parte, se define en la “representación”, dado que un legislador se presenta como “yo actúo como tú –como si fuera tú- en el teatro de la discusión legislativa, como si tú mismo estuvieses ahí, defendiendo tus intereses tal y como tú lo harías; es por ello que me respalda tu voto”, cuyo principio fundador existe en Grecia en sus variadas formas de conformación política, tanto en realización representativa y directa. Por otra, la teatralidad la podemos observar en la “escenificación” de la discusión pública, que, contrasta a su vez, con las decisiones tomadas por los representantes y micro acciones “polémicas”.

Desde que se instaló el actual gobierno, la derecha ha hecho gala de un manifiesto bipolar, que oscila entre la plena reivindicación de la dictadura, como la diputada Camila Flores (UDI), José Antonio Kast, quien exhibió públicamente –a través de otra persona- la imagen de un helicóptero arrojando presos políticos al mar, entre otras acciones y opiniones, al mismo tiempo que emerge una imagen desde el propio bloque oficialista, que busca alejarse lo más posible de la responsabilidad económica, legal, política y militar de la obra del gobierno de facto –llegando incluso a definirlo como “dictadura”- declarando como inaceptables y condenando la violencia “venga de donde venga”, buscando construir una nueva mayoría social de respaldo expresado en las urnas.

Por otro lado, “las izquierdas”, han ofrecido un espectáculo no menor en este aspecto: por una parte, se habla públicamente contra la tortura y a favor de hacer justicia, tras el encarcelamiento de más culpables de crímenes de lesa humanidad, mientras que el gobierno anunció algunas condiciones en las que cualquier preso (incluyendo a los militares) podrían salir en libertad –enfermedad terminal, que tengan 75 años y más de la mitad de la pena cumplida, entre otras- resultando un debate público de gran envergadura e indignación, pero de algo que los diputados mismos eligieron en sus votaciones en la Cámara (1), muy lejanas a la “voluntad popular de la ciudadanía”(2), a pesar de las declaraciones de Carmen Hertz (PC).

Otro ejemplo, hechos como el del diputado Boric (FA) exhibiendo una polera de Jaime Guzmán ajusticiado, pero llama fuertemente la atención, que la derecha engrifa los puños y el lenguaje ante estas señales, pero silencia de forma sistemática sus propias exhibiciones públicas.

La teatralidad gira entre la identidad histórica de la centro-izquierda –Democracia y anti Pinochet- y la de la derecha –reivindicación de la dictadura, anticomunismo y anti profundización de los avances sociales-, pero esto ocurre a través de las cámaras televisivas, donde aparece la imagen de la izquierda anti represiva, anti dictatorial, anti militar, mientras su “contraparte” afirma que para la izquierda solo existen dictadores de derecha y los demás son líderes revolucionarios; una discusión sin salida en el marco de la política televisada.

Desde que ocurrió el plebiscito de 1988, se hizo una reapertura, donde los textos de estudio de la enseñanza general básica y media –incluso los libros actuales- sitúan a Pinochet como un hombre de luces y sombras; un hombre represor, responsable de crímenes de lesa humanidad, que tomó de forma ilegal y criminal la fuente de poder público, pero que sin embargo, tuvo un gran éxito en lo económico y permitió alcanzar un gran grado de desarrollo macroeconómico, nunca antes visto en la historia de Chile.

Ese mapa cognitivo es compartido –en los hechos y no en la teoría especulativa- por todos los representantes políticos, que públicamente señalan estar contra toda forma de violencia, “venga de donde venga”, y concuerdan en apoyar y profundizar de forma sistemática y permanente el paradigma instalado en Chile, que en estos días le han dado mayor poder a las AFP, que se traduce en la promesa estatal de probabilidad de aumento en la acumulación de capital, incorporando al mundo “independiente”(3).

Por una parte, se repelen en el discurso, pero en un eje común (la condena de la violencia) y por otra, apoyan y defienden “el éxito económico de la obra militar”. Son estos antecedentes los que me llevaron a declarar en el artículo anterior “la muerte de la izquierda”.

En la actualidad, sigue en pie la reivindicación social de justicia por Catrillanca, que amenaza con destituir al Ministro del Interior, aunque –en mi opinión- no es posible disociar el pensamiento político, moral y económico, al punto de construir caminos antagónicos en las propias reflexiones de un mismo sujeto, es una prueba irrefutable el hecho de que las “oposiciones” siempre se tratan de alimentar en los periodos de “pérdida de consenso”, éstas son expresiones apenas temporales, dado que cuando se proyectan para ser gobierno y ganan las elecciones, usan el dogma de la “imposibilidad” para no cumplir con lo pactado durante el proceso electoral.

La imagen de la institución de carabineros ha caído en un profundo descrédito, tanto en fraude, asesinatos, abuso de poder, etc. Pero recientemente han aparecido como nobles paladines de la seguridad social, al operar contra las acciones “terroristas” de un grupo “ecoterrorista” (que dicho sea de paso, llaman a matar a ricos y a pobres por igual como cómplices del capitalismo), como estrategia de “restablecer” confianza como manantial donde emerge la paz social y la seguridad hacia el cuerpo policial, en un contexto de efervescencia social e indignación por el crimen de un hombre desarmado, cometido por la propia institución.

La ruptura (o pérdida de consenso) entre los dos fantasmas de bloques políticos –izquierda y derecha- es solo en lo formal, en lo exhibible ante el “tele espectador = futuro votante”, aunque lo realmente importante es que apoyan la “economía de Pinochet”, mientras que terminaron por aprobar leyes que criminalizan a los movimientos sociales, aunque las oposiciones se alimenten de la disidencia para rentabilizar votos.

“Perseguir a los descontentos para restablecer la paz vale tanto como perseguir a los sedientos para calmar la sed”(4).

*El autor es Cientista Político, licenciado de la Universidad Academia Humanismo Cristiano.
(1) https://www.camara.cl/trabajamos/sala_votacion_detalle.aspx?prmID=29825&fbclid=IwAR3-svP5dcqhXP8ouoxPhZ1wRg27R7TeptRAdU–9PTXCCvik0nOS-gKBRc
(2) https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/dd-hh/judicial/cadem-el-58-rechaza-beneficios-carcelarios-a-militares-condenados-por/2018-08-13/160445.html
(3) https://www.camara.cl/trabajamos/sala_votacion_detalle.aspx?prmID=30375
(4) Letelier, Valentín; Los Pobres, La Ley (Periódico del Partido Radical), 1° de Enero de 1896. Pág. 3, publicado en: Godoy, Hernán; Estructura Social de Chile, Editorial Universitaria, 1971. Pág. 272.