¿UNA MARCHA CONTRA LAS AFP?

Por Cristian Cottet

La marcha “No + AFP” es un hito que desde hace años viene soterradamente instalándose, un hito que convoca a nuevos desafíos como sociedad y que puede marcar el comienzo de otro escenarios social y político en Chile. Agreguemos a esto el que puede ser el ejercicio político desde donde se materialice el ingreso a un cambio paradigmático donde los movimientos sociales en tanto, expresiones locales y reivindicativas, reconocen la necesidad de un acuerdo de país mucho más amplio y proyectivo que la necesidad inmediata. Esta marcha, con todo lo que contiene, también puede ser el paso que coopere a la resolución programática de la disyuntiva entre “cambio estructural” y “reforma”.

En tanto inyección de nuevas energías, es también un evento donde los trabajadores chilenos, la clase, apuntan a las bases del modelo de acumulación de capital. De esta forma, es necesario reconocerle el valor de instalar en la palestra nacional lo siniestro de la hegemonía del Capital Financiero, impuesto a fuerza de fusil y que terminó con un potente proceso de industrialización y maduración de fuerzas sociales inéditas en el continente y que a fuerza de tortura transformó la virtualidad del dinero como único valor de cambio social y que transformó las universidades, los hospitales, las escuelas, Chile entero, en una sucursal de bancos y financieras.

Esto es lo que visibilizó la multitudinaria marcha del 24 de julio de 2016. Pero también hay quienes apelan a la perfección de esta estrategia de acumulación y buscan instalar virtudes de las AFP, de por medio algunas “correcciones” (a eso ha vuelto José Piñera), desde donde terminemos solo remozando esa propuesta de alimentación mínima después de 35 años de trabajo permanente y continuo.

La diferencia de esta marcha a todas las que hemos participado está dada por el carácter de clase que asume. Se trata de una marcha de trabajadores que se reconocen desde la carencia, trabajadores que al mirarse se encuentran en las mismas reivindicaciones. Ese es el gran mérito de los miles de trabajadores en la calle en todo el país. Ya no solo salen a protestar los descontentos con la dictadura, ni los estudiantes. Se trata de la primera expresión de masas de la clase trabajadora después de muchas décadas.

Los estudiantes marcaron en cada uno de los empeñones que dieron el carácter reivindicativo de su movilización, se organizaron, se reunieron en “colectivos”, se enamoraron caminando por la Alameda… pero no era suficiente. El marco de referencia no superaba la educación como exclusivo motivo de lucha. Tanto es esto que muchos de esos colectivos y partidos políticos se constituyeron solo por aquella reivindicación, tratando de convencer que aquella necesidad explica todo y que es la educación el motor de la sociedad, pero, desgraciadamente, un miserable guanaco podía desarmar la columna. Esta fragilidad, reconozcámoslo, se sostiene en el hecho de que los estudiantes no constituyen una clase social y que la clase trabajadora no estaba activamente participando de un proceso de cambio. Son los trabajadores los que deben cancelar, mes a mes, los estudios de sus hijos y eso marca una diferencia.

De todas formas, ha sido duro para los estudiantes mantener la disciplina de lucha… pero no era suficiente. Hasta la fecha, las movilizaciones acotadas a una reivindicación no habían generado una sólida respuesta a la explotación del empresariado, en tanto tampoco lograron resentir las utilidades de sus empresas de papel.

Por momentos parecía que Serrat acertaba cuando decía que los pobres “no se han enterado que Carlos Marx está muerto y enterrado”.

Por lo anterior la cuestión que salta a la vista es el carácter de clase de este NO+AFP.

¿Por qué la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, no se presentó, organizó y coordinó esta marcha como vanguardia de los trabajadores? ¿Por qué organizarla un día domingo? ¿Por qué la izquierda en su conjunto no atendió mucho antes esta reivindicación laboral? Se puede reconocer que este comienzo es titánico, y no es una exageración, pero es un primer paso. Es el principio de una larga lucha que se desprende de la lucha antidictatorial, del movimiento estudiantil, de las revueltas locales y de la historia de un movimiento obrero ya centenario. Cualquiera sea la lectura, el resumen a la hora de evaluar el producto histórico de esta movilización descansa en el hecho de que los trabajadores se reconocieron como sujeto de cambio.

Con esto no estoy minimizando los esfuerzos que anteceden esta movilización. No se trata de minimizar las huelgas “legales”, ni las gestiones venidas de coordinaciones locales. Todo lo hecho es parte de este triunfo, que es un primer paso pero no por ello desechable. Falta mayor coordinación y no abandonar la lucha reivindicativa, pero ahora con una clase trabajadora que reacciona y se instala en la vanguardia de una enorme convergencia social, política y de cambio.

Muy poco o nada habríamos avanzado sin los “pingüinos”, sin esos masivos Primeros de Mayo, sin los pobladores arriesgando sus vidas por un techo, sin las movilizaciones territoriales, sin los ecologistas, sin las feministas, sin los gay. Lo heroico del pueblo chileno no conoce límites. Aysen, Freirina, Punta Arenas, Chiloé, Tocopilla son ejemplo de aquello… pero no era suficiente.

Como informaba un rayado en el sur de Chile, “No es la marea roja… es el capitalismo”.

La responsabilidad de clase ahora está en manos de la izquierda, del impulso reivindicativo, de la territorialidad, de los “movimientos sociales”, de los colectivos estudiantiles. Nadie queda afuera. La diferencia marcada por esa marcha contra las AFP, está en que el puñetazo apunta directamente al capital, más aún, al capital financiero, que tiene en su bolsillo a políticos corruptos y a presidenciables sin escrúpulos. La clase trabajadora se cansó.

En estos días dijo NO+AFP, mañana será NO+CAPITALISMO.