LO QUE VENDRÁ

Por Carlos Romeo

Hace ya mucho tiempo vi una película de anticipación con ese nombre, que describía un futuro en el cual los hombres habían dejado atrás la violencia de las guerras y vivían la gran aventura del conocimiento y de su aplicación a su vida.

Lo que está transcurriendo en Cuba, sin que a mi juicio la prensa llame la atención sobre las consecuencias de su vigencia en conjunto, es un momento propicio para especular sobre el futuro mediato, no para preverlo toda vez que no disponemos de una bola de cristal que permita hacerlo. Porque la diferencia entre prever y especular es que, en el primer caso, se considera que se tiene tanto la información necesaria como una metodología que permita extrapolar los que está sucediendo y en el segundo, que, si bien se parte de la misma información, se reconoce que el instrumental metodológico no está a la altura del objetivo de prever el futuro con una razonable certeza. Tampoco especular es igual al “good wish”, o sea a un buen deseo, sino que simplemente a una articulación de aspectos de una realidad futura que, en última instancia, depende del optimismo o pesimismo de quien la formula.

En Cuba la expansión del sector privado en su economía es indetenible en los espacios en los que pueda y resulte atractivo desarrollarse, tanto por los propios cubanos de la isla como por empresas e individuos que consideren provechoso invertir en Cuba. En cambio, el sector estatal, excluyendo los servicios que brinda a la sociedad, se expandirá en la medida en que logre para ello una cultura económica que permita su rentabilidad, criterio que cada vez más será el decisivo, más allá del haber cumplido o no su plan de producción, toda vez que se ha aceptado que en el socialismo cubano rige y regirá el carácter mercantil de su producción, lo que entraña reconocer la existencia del valor como un fenómeno general y objetivo, y por tanto, la necesidad de registrarlo por la contabilidad que arroja balances objetivos de los resultados de toda actividad productiva. Por ello es concebible prever la transferencia desde la actividad económica estatal a la privada de cada vez más actividades que, si bien son consideradas socialmente necesarias, no tienen por qué constituir obligaciones del aparato estatal si la actividad privada puede y le interesa llevarlas a cabo.

Al margen de las posibles diferencias que existan en los niveles de salarios en los sectores privado y estatal de la economía, situación muy probable, los trabajadores de ambos sectores tendrán la misma seguridad social, amen de todos los servicios y atenciones gratuitas que garantiza el Estado en Cuba a sus ciudadanos.

Es bien sabido que más del 40% del PIB de Cuba está constituido por importaciones. Por consiguiente, de una buena gestión de importación dependerá el resultado de toda la economía nacional y que consiste en lograr comprar y disponer bajo las mejores condiciones de compra posibles, los suministros a importar en tiempo, forma y calidad. Pero hoy por hoye en Cuba rigen simultáneamente la autorización previa a importar que concede la entidad financiera que controla las divisas y la obligatoriedad de efectuar las compras externas mediante la intermediación de empresas estatales dedicadas al comercio exterior con carácter de monopolio nacional para la mayoría de los suministros externos.

La autorización previa para disponer de la divisa necesaria para importar desde Cuba se mantendrá en la medida en que esta actividad sea una forma de priorizar siempre las importaciones de interés social. No obstante, ello no es contradictorio con que el Estado acepte que se efectúen con financiamiento externo logrado por las propias empresas privadas, quienes deberán asumir el compromiso individual de pagarlo al financista correspondiente.

En cuanto a la permanencia de empresas estatales monopólicas para la importación, esta situación ira modificándose inevitablemente en la medida en que la contabilización del valor vaya adquiriendo tanto o más importancia que el cumplimiento del plan y refleje las consecuencias negativas de una mala gestión importadora.

Entiéndase bien que el aspecto a modificar es el de monopolio, no necesariamente el que las empresas importadoras sean estatales. Ya en otra ocasión hemos explicado que el monopolio, en este caso estatal, viola el principio cibernético de minimizar las eventuales fallas y sus consecuencias mediante la multiplicidad de circuitos alimentadores de un sistema, en este caso importadores.
La restricción principal al desarrollo económico cubano es y seguirá siendo su capacidad para exportar con lo cual se pagan las importaciones. Es verdad que a ello se suman las inversiones extranjeras y los créditos externos, pero ambos tienen sus límites que no dependen de Cuba, no así las exportaciones que finalmente son el resultado de la capacidad de su propia economía.

En lo social ira elevándose la cantidad de cubanos ricos (a la cubana) constituyendo una minoría a la cual, estadísticamente hablando, no podrá ingresar la gran mayoría de los cubanos, lo que constituirá un cambio muy significativo en una sociedad que durante muchos años se habituó a una convivencia altamente igualitaria en cuanto a nivel de vida además de en las relaciones de convivencia social.

Todo ello creemos que sucederá, además de una significativa expansión de la economía.

No obstante, el quid de lo que vendrá estará en la permanencia de los derechos humanos ya logrados en Cuba y a los cuales sus habitantes no solamente se han habituado, sino que, además, consideran como si fueran “naturales”. Es lo que se denomina el humanismo vigente que, en este caso, ya se ha identificado con ser cubano en Cuba.

En nuestra especulación sobre el futuro de Cuba consideramos que todo podrá cambiar en el futuro salvo el sacrificio de estos derechos que son los que en el contexto de lo que ocurre en el mundo, especifican lo que los cubanos llaman una sociedad socialista. Y para ello disponen de lo esencial que es en lo político, la existencia de una alianza cívica-militar que, mediante los procedimientos electorales que practican, garantizara, a mi juicio, la permanencia de ese humanismo que han logrado y al cual adaptaran y ajustaran todos los cambios que decidan para su sistema económico. Ese será, creo yo, el socialismo cubano en el siglo XXI.

La Habana, diciembre del 2016