LO MEJOR PARA TODOS ES EL DIALOGO

Por Carlos Romeo

Hace unos días Dilemas tuvo a bien publicar un análisis de la coyuntura por la cual está pasando Venezuela en la actualidad, en el cual planteamos que en ese país hay un impase entre las fuerzas políticas revolucionarias que conforman el llamado Polo Patriótico en el Gobierno y las de la oposición cuya expresión política es la conjunción de partidos que conforman la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), expresión de los intereses económicos del capital que conforma el 70% de la economía venezolana así como de ambiciones personales de políticos profesionales. Las fuerzas revolucionarias chavistas controlan el poder ejecutivo, el poder judicial y las autoridades electorales, mientras que las de la oposición son amplia mayoría en la Asamblea Nacional, órgano del poder legislativo. El árbitro en ese conflicto es la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

La conclusión del referido análisis era que ese impase podía resolverse mediante un acuerdo por el cual las fuerzas políticas revolucionarias se comprometieran por su parte a respetar la propiedad privada en la economía nacional y que los empresarios por su parte dejaran de actuar en la política utilizando para ello directamente su función económica, dedicándose a desarrollar sus respectivos negocios. De esa manera los partidos políticos de la oposición deberían actuar sobre la base de principios y de la oferta de un programa político alternativo.

Han pasado uno pocos días y los acontecimientos parecieran marchar en esa dirección.

Por una parte, el pasado día 23 de este mes el General Vladimir Padrino, Comandante Estratégico Operacional de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana ratificaba en una ceremonia militar el compromiso de la institución con la Constitución y la paz en el país. Más aun, reitero luego en una declaración que las fuerzas armadas venezolanas no aceptarían un juicio parlamentario del Presidente Maduro que ellos consideran el legítimo Presidente y por tanto Comandante en jefe de las fuerzas armadas venezolanas. Y antes de ayer, 24, llegaba la noticia de la intervención de un enviado especial del Papa Francisco en Venezuela en favor de un dialogo entre el Gobierno y la oposición, expresando así el sentir del Papa que acababa de recibir en audiencia al Presidente Maduro. Ese mismo día, el Secretario General del MUD declaraba que esa colectividad política aceptaba sentarse a dialogar con el Gobierno Venezolano, lo que contrasta con el reciente acuerdo de la mayoría en la Asamblea Nacional de declarar la inhabilidad del Presidente Maduro, a la usanza de lo acontecido en Honduras con el Presidente Zelaya, en Paraguay con el Presidente Lugo y recientemente con la Presidenta Dilma Rousseff del Brasil.

Guste o no, las fuerzas armadas de un país latinoamericano constituyen la fuerza determinante en la solución de las crisis políticas, cosa sabida y experimentada por los chilenos. Lo que sucede en Venezuela es que la oposición política considera un escándalo y una aberración que en ese país no estén a la disposición de las fuerzas políticas conservadoras que llevan ya 17 años tratando de lograr que Venezuela retorne a lo que se consideraba normal durante la Cuarta República, el regimen existente anterior al advenimiento de Hugo Chávez.

El fenómeno de fondo que está sucediendo en Venezuela es que contrariamente a lo que se postulaba como una condición sine qua non, el que para lograr el control del poder político era necesaria la expropiación de los propietarios del capital a consecuencia de una capacidad militar dominante de las clases obrera y campesina conducidas por un partido revolucionario, en Venezuela hace ya 17 años que están en el poder fuerzas políticas revolucionarias acompañadas de unas fuerzas armadas ideológicamente en consonancia con ellas, que tienen el poder a pesar de que la economía nacional sigue siendo mayoritariamente privada. Esta nueva experiencia política es consecuencia de un líder excepcional como fue Hugo Chávez.
Resulta intrigante que también se llegue a una situación como la venezolana en países socialistas en donde fuerzas políticas revolucionarias llegaron al poder por la vía de la lucha armada y que después de décadas de experiencia socialista, estén privatizando nuevamente sus economías como es el caso de la República Popular China en donde el sector privado ha llegado a ser mayoritario, aunque bajo un regimen político de partido único de origen marxista, camino también seguido por la Republica Socialista de Vietnam y que también inicia Cuba. El espectro político ya no se revela en términos de una simple dicotomía en términos de blanco y negro, o mejor dicho de blanco o rojo.

A lo que se quiere llegar es a la idea de que para la América Latina lo que sucede en Venezuela abre la posibilidad de que fuerzas revolucionarias emprendan la solución de la llamada deuda social con sus pueblos, mediante un política decidida y efectiva de priorizar el gasto público para resolver enormes problemas sociales, eliminación del hambre, educación y servicios de salud asegurados, posibilidad real de viviendas dignas, participación política real y respeto para todos, es decir un nuevo humanismo pero no de palabras y declaraciones, sino que de existencia real, que no puede ser otra cosa que no sea el advenimiento y la vigencia de nuevas relaciones sociales entre los habitante de un país, que es lo que se denomina revolución social.

Pero la permanencia de la sociedad ya tradicional, o sea del capitalismo puro y duro como lo conocen los chilenos, se ha convertido en un dogma toda vez que es considerado como un orden natural y por tanto racional, para todos aquellos que lo comparten, dentro de los cuales los verdaderos dueños del capital son una muy pequeña minoría pero que de hecho ha logrado convencer a buena parte de la sociedad de que es la única y mejor forma de organizar la vida social. Los han convencido de que no es posible concebir la vida sin tener que trabajar para “el patrón”, quien obviamente es el que manda.

Esperemos que se logre el dialogo en Venezuela entre quienes representan a los capitalistas y a sí mismo, los políticos profesionales, y el Gobierno revolucionario venezolano, y se acepte la coexistencia del capital con una política en favor de los más desposeídos. De esa manera todos los venezolanos ganan. Desgraciadamente, fuera de Venezuela hay intereses poderosos que harán lo posible para que eso no suceda, no vaya a ser que el ejemplo se expanda por el continente.

La Habana, 31 octubre del 2016