LO MAPUCHE Y EL PREMIO NACIONAL DE LITERATURA

Si el adversario nos aplaude debemos
sospechar que algo estamos haciendo mal.

Estimado Elicura Chihuailaf,

Cuando me enteré de su postulación al Premio Nacional de Literatura, que este año correspondía a poetas chilenos, no pude contener el hacerme la pregunta de si usted era chileno o mapuche, duda que podría desaparecer si esa postulación fuese en la lógica de que lo mapuche y lo chileno es una unidad nacional, pero en verdad no lo es. Permítame entonces algunas reflexiones respecto a su postulación.

Además de muchas otras definiciones, usted es poeta, usted es nacido en la comunidad de Quechurewe, provincia de Temuco. Usted habita un territorio usurpado y se comunica en una lengua materna distinta a los chilenos. La raíz de esto se encuentra en que usted es mapuche, escribe desde lo mapuche, ama desde lo mapuche. A usted lo hace la escritura, pero antes de ello, lo determina lo mapuche.

La escritura está marcada ideológicamente por aquello que el usuario requiere y no puede rebelarse a las fronteras de sus propias opciones. Por lo mismo, todo texto no puede escapar a esa ficcionalidad étnica, muchas veces colonialista y discriminadora. Querámoslo o no, somos depositarios de textualidades engañosas, aventuras teóricas que nos instalan en un saber que difícilmente logra posesionarse en un territorio y por lo mismo acotar lo que podemos entender por poesía.

La ceremonialidad de toda comunidad, y en esto incluyo la poesía como ceremonia, es parte de un proceso de condensación cultural, es el espacio donde se juega la vigencia y proyección de la cultura nacional. Dicho así, a la hora de acercarnos a cualquiera de estos eventos ceremoniales, debemos despejar prejuicios y enfrentarnos a las referencias que contienen, como el nguillatun, que no se explica si no le relacionamos con otras experiencias ceremoniales que dan forma a un entramado simbólico que contiene una comunidad, por ejemplo la mapuche.

La cultura mapuche está determinada por un antes y un después del encuentro con el conquistador, ese “otro” que también ayuda al reconocimiento de la identidad. La mejor muestra de esto podemos encontrarlo en el “post-encuentro”, siempre como conflicto de lo mapuche con lo chileno. Relación que se materializa, en lo chileno y en lo mapuche, como una tensión social y política.

Adaptación, equilibrio interno, funcionamiento adecuado y supervivencia, son los fundamentos de toda instalación humana en cualquier tipo de entorno natural. Por esto el estudio antropológico si no reconoce esta plataforma estará desconociendo la base del componente social.

No desconocer ese proceso es el desafío del poeta, porque una vez instalado y participando del “nicho ecológico”, una vez que se ha logrado reconocer y simbolizar su lugar, el ser humano es capaz de intervenirlo de manera autónoma, produciendo y distribuyendo elementos que lo complejizarán. Así, estos elementos, de una forma u otra, devendrán en la construcción ideológica que el ser humano es y ha sido capaz de construir y que le diferencia del resto de especies con las que comparte y que permitirá que reconozca su particularidad.

El pueblo mapuche no escapa a esta amorosa relación con natura y por lo mismo los integrantes de su comunidad se saben poseedores de un territorio, de un ámbito ideológico y de los bienes materiales o inmateriales que sostienen ese entramado.

La poesía tampoco puede ser leída sin reconocer aquellos condicionantes territoriales. Dicho en otras palabras, lo mapuche no puede ser chileno y mapuche a la vez, no puede aspirar a una cultura material sin abrazar la tradición que alimenta su día a día.

Usted conoce el conflicto que la Nación Mapuche mantiene con Chile. Usted es mapuche y es por eso que su pueblo le respeta como mapuche, no como chileno. Y digo esto no por odiosidades ocultas sino porque solo de esa forma la cultura y la territorialidad mapuche podrán avanzar en la recuperación de su religión, de su territorio y de su patrimonio Solo así el maltrato terminará junto con el sistema colonial chileno que, hasta hoy, desplaza a usted y a sus hermanos.

Por lo anterior, sospecho que usted ha caído en las manos de algún mediocre que le hizo creer que usted es el mejor poeta de Chile. Podría haberlo sido de no mediar la titánica realidad de que usted no es chileno, más aún, es parte de un pueblo que heroicamente mantiene en alto sus reivindicaciones de territorio, de religión, tecnologías y poesía propia. Si es dable estirar aún más esta realidad, usted es, como lo ha sido su pueblo, un extranjero que algunos chilenos(as) miran con temor, con mofa, con vergüenza y como un exótico sujeto. La pequeña burguesía chilena, a la cual usted no pertenece, se esfuerza por dar exámenes de buenas costumbres y es por ello que se refieren a usted y a su comunidad como “indios” o “mapuchitos” para luego levantar la voz y protestar sobre un asunto que no conocen y que, de conocerlo, no desean compartir.

A la fecha de esta nota, ya se ha dirimido el Premio Nacional de Literatura. Usted fue uno de aquellos que miraban con deseo el galardón. Es más, usted es el único mapuche que aspiró obtener dicho premio. Podrán decir que era un reconocimiento merecido, pero no se engañe, los méritos que se le adosan se explican sólo por el hecho de que usted es mapuche.

Como he dicho, usted no es chileno, es mapuche y en el mejor de los casos esta postulación fallida lo transforma en desplazado, pero no en chileno. No cabe duda de que usted es también un poeta, pero no un poeta chileno si no un poeta mapuche que compitió con poetas chilenos(as). Esto puede ser una exageración de mi parte (suelo serlo), pero solamente el hecho de aceptar la postulación lo hizo caer en falta en tanto desconoció su origen, su historia y su cultura, que son el acervo de su cotidianidad.

La chilenización del pueblo mapuche es un pecado (disculpe esta errata teológica) que hasta la izquierda chilena más radical a cometido. Los chilenos podemos ser muy discriminadores y eso usted lo sabe, así como lo sabe el pueblo mapuche y otras comunidades originarias que resisten a la asimilación cultural.

Desde este pequeño espacio donde vivo, le deseo la mejor de las vidas junto a los suyos.

Cristian Cottet