EL EXTRAVÍO DE DOS JÓVENES DIPUTADOS

Por Carlos Romeo

Hoy 31 de marzo del 2017 el periódico La Tercera publica la noticia siguiente:

“Jackson y Boric califican de “inaceptable” decisión de Venezuela de suspender la Asamblea Nacional. Ambos diputados publicaron, con pocos minutos de diferencia, su postura en Twitter, afirmando que es «injustificable» y que «atenta contra el principio básico democrático».

“El primero fue Jackson, que explicitó su rechazo a la medida y su inquietud por el escenario en Venezuela.”

“En Venezuela el oficialismo ha cruzado un límite inaceptable e injustificable para democracia. No se puede cerrar el Congreso por ser minoría”, planteó el parlamentario.”

“Momentos después, Boric expresó también una fuerte crítica por el tema. “Decisión del Tribunal Supremo de Venezuela de atribuirse potestades de Asamblea Nacional atenta contra principio básico democrático. Inaceptable”, señaló.”

Días atrás escribí un artículo sobre el proyecto de constituir nuevamente en Chile una amplia fuerza política popular capaz de cambiar el continuismo instaurado por la dictadura de Pinochet y que se mantiene desde hace ya 27 años cuando tuvo que dejar el poder, como fueron el Frente Popular en 1938, el FRAP en 1958 y la Unidad Popular en 1970. A mi juicio, la posibilidad de lograr un exitoso Frente Amplio descansaba en que su convocatoria proviniera de jóvenes políticos de prestigio por haber encabezado movimientos contestatarios, en particular en favor de un sistema educativo gratuito en Chile o en favor de la reivindicación de los derechos de la población de regiones del país desconsideradas, como fue en su momento el caso de Aysén.

Pero la noticia con las declaraciones de Jackson y de Boric con relación a los recientes acontecimientos políticos internos de Venezuela me retrotrae a la realidad de la política chilena.

Me pregunto cómo ambos jóvenes diputados, ex dirigentes estudiantiles, antes de tomar una posición crítica sobre el actual Gobierno de Venezuela, no consideran, ante todo, que es lo que ha hecho y continúa haciendo ese Gobierno para todos los venezolanos, entre muchas cosas establecer y asegurar precisamente la educación gratuita a todos los niveles, en adición a una cobertura nacional de la salud de toda la población y la construcción de millones de nuevas viviendas populares. O sea, antes de opinar sobre el comportamiento de quienes encabezan el actual Gobierno Venezolano, discernir más bien que ha hecho, que está haciendo y para quienes lo está haciendo, o sea “mirarles las manos y no las bocas” como se acostumbra en la política chilena en que la “real personalidad” de los políticos son sus declaraciones y no sus hechos, lo formal y lo protocolar, que es lo que se muestra, como contenido de la acción política. Este estilo que expresa una verdadera cultura, se impone inevitablemente en la inmensa mayoría de los casos con lo cual “lo que una vez fue un toro se convierte en un buey”, para emplear un clara y popular imagen campesina.

¿En qué mundo viven Jackson y Boric? ¿En un mundo de solo 750.000 kilómetros cuadrados llamado Chile, con 17 millones de habitantes? O en un continente de muchos millones de kilómetros cuadrados y de cientos de millones de habitantes, todos con una cultura básicamente común pero, así y todo, balcanizados por nuestros “prohombres” del siglo XIX que dividieron el antiguo imperio español bajo el principio de que “más valía ser cabeza de ratón que cola de león”, bajo la vigilancia estrecha del gran imperio del norte mediante una organización de cipayos denominada OEA, en donde aún se pasa mucha hambre, se muere mucha gente antes de tiempo, particularmente niños, quedan aún muchos analfabetos, y es común la ejecución de activistas políticos, periodistas y hasta de estudiantes, todos estos hechos considerados compatibles con los principios establecidos de la democracia política que Jackson y Boric dicen respetar.

Mala noticia para el eventual Frente Amplio que por lo demás ya está viviendo en sus inicios el dominio de las fuerzas centrifugas sobre las centrípetas, la diversidad por encima de la unidad. Falta hace la sabiduría política del padre Camilo Torres, cura guerrillero, que decía “Para que discutir si el alma es mortal o inmortal, si estamos de acuerdo en que el hambre es mortal”.

La Habana, 31 de marzo del 2017