ESPERO QUE NUEVOS AIRES SOPLEN EN CHILE

Por Carlos Romeo

Según el periódico La Tercera del 3 de diciembre del 2017, el diputado Giorgio Jackson y ex dirigente estudiantil, habría dicho:
Asimismo, enfatizó que un gobierno de Sebastián Piñera sería un “retroceso” para el país pero explicó su distancia con la centroizquierda: “no es el único elemento ni el de mayor importancia, sin duda, pero existe un componente generacional. Lo que nace desde el movimiento estudiantil no se trató simplemente de desconocer los avances que pudo haber habido en el proceso de la transición, sino de impugnar o cuestionar el modo en el que se fue haciendo política. La centroizquierda poco a poco se fue volviendo elitista y tecnocrática y, de alguna manera, se acostumbró a jugar el terreno de lo que habían diseñado Jaime Guzmán y José Piñera [dos de los civiles más importantes de la dictadura de Pinochet]”.

Recuerdo los días de las manifestaciones estudiantiles a favor de una educación gratuita y de calidad en Chile como la que disfruté hace ya más de cincuenta años cuando Chile era un país mucho menos desarrollado que el de hoy en día.

En aquellos tiempos había menos de 100.000 automóviles en el país y para importarlos se debía pagar un derecho aduanal del 200% de su valor. Hoy hay 3 millones, de los cuales la mitad en Santiago.

Cuando en los años cincuenta del pasado siglo calculábamos en el Banco Central el balance de pagos anual del país con el exterior, las exportaciones nacionales eran del orden de los 1000 millones de dólares. En el 2014 alcanzaron la suma de los 78.812 millones y por mucho que el poder de compra de un dólar haya disminuido, representa un enorme aumento. En ese mismo año el PIB per cápita fue de 24.616 dólares lo que lo sitúa como un país de ingresos altos según el Banco Mundial. En los años cincuenta no llegaba a mil dólares.

Es posible que mi razonamiento sea ingenuo, pero me parece un retroceso evolutivo el que en aquellos años la educación fuera gratuita hasta el nivel universitario y hoy no sea una realidad indiscutible por ser ello considerado un derecho humano y social, tan necesario como un sistema de salud gratuito al alcance de cualquier habitante de ese país. Si alguien quiere educar a su hijo en una escuela privada, que lo haga como era el caso en esos años, de la misma manera que si podía pagarse la asistencia medica privada estaba en libertad de hacerlo.

Este mundo mercantilizado hasta para los servicios imprescindibles para la existencia humana en el siglo XXI, es la herencia que nos dejó el retroceso al liberalismo fundamentalista de los albores del capitalismo en el siglo XIX a consecuencia de una dictadura militar por personeros con esa mentalidad retrograda.

¿Si Chile tuvo cuando era mucho más pobre un sistema educacional gratuito para todos, porque no puede tenerlo ahora cuando es mucho más rico y hasta una organización que también gratuitamente atienda los problemas de salud de su población?

Giorgio Jackson habría dicho al respecto que “La centroizquierda poco a poco se fue volviendo elitista y tecnocrática y, de alguna manera, se acostumbró a jugar el terreno de lo que habían diseñado Jaime Guzmán y José Piñera” [dos de los civiles más importantes de la dictadura de Pinochet]. El joven diputado y ex dirigente estudiantil ha puesto el dedo en la llaga al describir la característica esencial de lo realizado por los políticos chilenos que han ascendido a los poderes públicos después de la dictadura militar. No ha sido el pueblo que los eligió el responsable último de ello, toda vez que no tuvo más remedio que elegir entre lo que se les ofrecía en el escenario político nacional, el continuismo neoliberal confesado por los políticos de la derecha o el continuismo disfrazado por invocaciones a ideales que una vez, hace ya mucho tiempo, caracterizaron la manera de pensar y de actuar de la centroizquierda tradicional. El resultado: 27 años de política económica igual a la practicada durante los 17 años anteriores de dictadura militar.

Recuerdo los años de la batalla librada en las calles por los estudiantes por una educación gratuita bajo el liderazgo, si liderazgo, esa calidad que tienen los verdaderos dirigentes populares, de Camila Vallejo, de Giorgio Jackson, de Camilo Ballesteros, de Gabriel Boric, el propio Jakcson y de otros cuyos nombres no recuerdo. Una corriente de aire fresco barría las calles y la política nacional en esos días, en las cuales si no recuerdo mal, brillaban por su ausencia senadores, diputados y dirigentes de partidos políticos nacionales y los carabineros, guardia pretoriana del poder ejecutivo nacional, hacia demostraciones de represión violenta bajo la inmunidad que les da la posesión de armas, pagadas por los padres de esos que eran reprimidos, en un país en que existe el marcado divorcio entre el pueblo y las fuerzas armadas nacionales.

Cuando el pueblo tiene la oportunidad de conocer por sus hechos, no por sus palabras, a auténticos líderes populares, los eligen para que lo represente en la legislatura y hasta en el gobierno del país si ellos logran organizarse a los efectos de proponerle los logros que les convienen y que están dispuestos a apoyar. Así, Camila, Giorgio, Gabriel fueron elegidos diputados por claras mayorías de votos. Han sido elegidos y con ello les están diciendo que tienen una responsabilidad personal y colectiva con sus electores y muchos más en la medida en que se unan motivados por las ideas que comparten, aunque discrepen en otras.

Estas reflexiones, quizás ingenuas y de quien está a 6000 kilómetros del país, han sido motivadas por la aparición en escena y de manera exitosa, de un intento de crear una nueva izquierda con su propia ideología y esperemos que también con una correcta concepción teórica de la existencia social en nuestra América Latina, denominada Frente Amplio, en que lo importante es la idea de amplitud de voluntades unidas por ideas y objetivos comunes a pesar de que exista una diversidad en otros, pero que no adquieren un carácter contradictorio insuperable. Las restricciones que van siendo impuestas en la medida en que discurre la vida en sociedad son todavía mínimas en los jóvenes, lo que hace que sean más libres de ataduras e intereses y pueda darse lo que reclamaban los estudiantes franceses en mayo de 1968, “la imaginación al poder” y “seamos realistas, pidamos lo imposible”, entendido esto último como lo que se considera imposible por falta de imaginación.

La Habana, 3 de diciembre del 2017