EL HUÉSPED

Por Aníbal Ricci

Ya asomaba una crítica al sistema capitalista en esta pieza popular del cine coreano. Este director se vale de una película de cine fantástico para darnos un paseo por los residuos del neoliberalismo, un capitalismo exitoso en lo económico, pero llevado a ultranza contra los intereses de sus propios habitantes. El monstruo es una alegoría, un cúmulo de desechos tóxicos depositados en las aguas del río Han. Atraviesa la ciudad de Seúl, hurgando entre cientos de cloacas que vierten subproductos de la modernidad hacia una naturaleza que apenas puede oxigenar la inmundicia.

Las víctimas del sistema son siempre los pobres (motivo recurrente de este director coreano), los que observan crecer al monstruo (sufriendo las consecuencias) alejados de los barrios de clases acomodadas. El sistema económico es cruel con este grupo social. La policía no los toma en serio, los considera otro desecho. Si existe una posibilidad de contagio, los pobres serán aislados en albergues y desinfectados como insectos. Las alcantarillas de la ciudad son otro lugar habitual para este director, allí viven las familias que quedan fuera de este sistema de sobreexplotación, sobre ellos recae la basura de la ciudad. Las latas de comida, los depósitos de chatarra automotriz, todo se va acumulando a plena vista de los ciudadanos. El sistema no se preocupa por el bien común, acumula basura de consumidores que se endeudan hasta lo indecible para seguir inmersos en ese estilo de vida depredador. El libre mercado deja atrás a los desposeídos, es más fácil eliminar a un pobre que buscar soluciones al problema medioambiental.

La solución para los problemas neoliberales viene del lado de los Estados Unidos. Hay subordinación total de las autoridades coreanas a los designios de las organizaciones financiadas por el país del norte, en este caso Organización Mundial de la Salud (OMS). Ellos procederán a administrar un “agente amarillo” sobre las áreas infectadas, asegurando que elimina todo vestigio de cualquier virus introducido por el terrorismo biológico internacional. Será un agente inocuo, pero apuesten su vida a que jamás sería utilizado en territorio estadounidense.

Bong Joon-ho es inteligente al desarrollar su guion. El sistema económico no sólo es un telón de fondo para la problemática de Corea del Sur, el director hace que sus personajes beban de esas aguas envenenadas. Plantea una amenaza omnipresente en la figura de un monstruo y cómo esa familia que no pertenece a la elite debe rascarse con sus propias uñas. La policía inoperante tampoco dará soluciones y los medios de comunicación esbozan una especie de circo en donde culpan a la familia contagiada de todos los males. Es una crítica feroz a los poderes fácticos, los muestra corruptos y totalmente vendidos a un sistema económico que no asume culpas.

El director focaliza el problema en los efectos del sistema sobre una familia común y corriente. Este grupo no vacilará para encontrar a la nieta que fue capturada por el monstruo. La dinámica familiar es caótica, cometen una infinidad de errores, pero siguen firmes frente a un propósito común. Una búsqueda emprendida por sus propios medios (abandonados por el sistema) donde los demás miembros de la sociedad se mostrarán miserables ante el poder del dinero, la sustancia que mantiene aceitado el sistema y que vuelve corrupta a la sociedad entera. El gobierno hace una lobotomía al personaje principal con objeto de blanquear su dudoso accionar (metáfora de la publicidad ejercida sobre los habitantes). La búsqueda emprendida por esta familia, declarados parias ante los ojos del resto, le otorgará una humanidad extraordinaria a un relato orquestado desde la frialdad de un sistema que funciona para satisfacerse a sí mismo.

El envoltorio externo responde a una comedia, muy bien ejecutada, con tintes de crítica social, pero rápidamente la sucesión de acontecimientos se torna dramática. Los problemas que las autoridades intentan ocultar en la forma de un virus, este director lo desnuda y al espectador no le queda duda de que la polución del ambiente (producto de un sistema depredador) es el verdadero problema que de pronto empieza a contar muertos entre sus consecuencias. Intervienen ejército y científicos, no han encontrado pruebas de ningún virus y aún así pretenden esparcir el agente amarillo sobre la población.

La película es un viaje (no sólo de la familia protagónica) a las cloacas del sistema neoliberal. Bong Joon-ho no rehúye la inmersión en este atrofiado sistema capitalista, lo hace propio y sus personajes lo padecen. El sistema es frío y calculador, pero aún así surgen seres humanos que luchan contra la injusticia. El sistema los engulle (literalmente) cuando el monstruo intenta digerir a la nieta y otro niño. La gente sale a las calles a protestar contra el agente amarillo irradiado sobre la población. El monstruo (neoliberalismo) ha adquirido vida propia, mientras el héroe lobotomizado rescata los cuerpos. El monstruo se resiste a morir y las bombas molotov no surten efecto. Sólo un ser humano de corazón puro podrá vencerlo y alegrarse de haber rescatado al menos a un niño.

En otra escena, lo despierta para darle de comer y el niño le pide que apague el televisor con las noticias que vienen desde los Estados Unidos. Trece años más tarde, Bong Joon-ho volverá a prescindir de estos aparatos que propagan la mentira en su portentosa Parasite (2019). El capitalismo no ha cedido un ápice, pero el liberalismo atrofiado ya está siendo combatido hacia finales de la segunda década de este nuevo siglo.

Ficha Técnica
Título original Gwoemul (The Host)
Año 2006
Duración 119 min.
País Corea del Sur
Dirección Bong Joon-ho
Guion Bong Joon-ho, Ha Jun-weon, Baek Cheol-hyeon
Músic Lee Byung-woo
Fotografía Kim Hyeong-Gyu
Reparto Song Kang-ho, Byeon Hie-bong, Park Hae-Il, Doona Bae, Ko Ah-sung, Lee Dong-ho, Lee Jae-eung, Yoon Je-Moon, Kim Roi-ha, Park No-Sik, Yim Pil-sung, Scott Wilson