UN RECORRIDO POR LA CALLE MAIPÚ

Por Cristian Cottet

Martes 9 de abril del año 2017, día nublado, se siente cierto tipo de frío que va haciendo los movimientos lentos y recargados de soledad. Un letrero negro de dos metros de alto indica el cruce de calles. Son las 15:05 horas. Detenido en esta esquina, afino la ruta del proceso de observación en un cuadrante formado, principalmente, por las calles Maipú por el oriente, Compañía por el norte, Herrera por el poniente y Huérfanos por el sur, lo que no significa que estas coordenadas sean absolutas determinantes del desplazamiento, pudiendo extenderse por el poniente hasta la calle Matucana, límite con un parque o área verde, que entre otras cosas contiene museos, zona de distracción y laguna.

En el presente recorrido se ha puesto el acento en la descripción de los elementos materiales que dan forma a la ocupación humana. Se ha escogido así por la escasa presencia humana, sea esto por una cuestión de horario o por factores climáticos (nos acompaña un día nublado y frio). La ocupación y desplazamiento humano amerita otro tipo de trabajo y observación, la extensión de este recorrido no lo permite.

El recorrido comienza por calle Maipú, en dirección al norte.

La zona de observación viene a ser un paradigma arquitectónico de esta zona de Santiago (ciudad capital de Chile). La cuadra (denominación que recibe el cuadrante que forma el cruce de cuatro calles, además del trecho que va desde una esquina a otra) es una especie de túnel descubierto, un pasillo que combina el tránsito de personas (peatones) y de vehículos motorizados (automóviles, camiones, autobuses, bicicletas, etc.), aproximadamente de 100 metros de largo por 20 metros de ancho, está dividida en tres zonas: una calle central, veredas en las orillas, que vienen a demarcar el comienzo de la construcción de los edificios por ambos lados, que se presentan como tal desde el borde mismo, instalándose verticalmente respecto a cada vereda. Comparado con otras zonas de la ciudad, les diferencian la carencia de un patio de entrada (antejardín), de construcción similar, la diferencia entre cada una se da principalmente por el color de esta fachada que se compone de una puerta de entrada a la edificación, dos ventanas (a cada lado de la puerta) abarrotadas y un espacio de entrada demarcado por doble puerta. Todas han sido construías a mayor altura del nivel del suelo (posiblemente por la existencia de un piso bajo nivel o subterráneo) lo que da lugar a peldaños (dos o tres) que inauguran la entrada.

Por el alto de cada peldaño podemos deducir que la data de edificación es diversa. Mientras en unas se nota un nivel semejante entre cada peldaño, en otras el primero se encuentra ya cubierto, si no totalmente, por lo menos a medias bajo el nivel de la vereda (“hundido” en el concreto), lo que indicaría que fueron construidas antes que ésta, o señal de una reinstalación de la vereda.
Las puertas son de madera con simultáneas adornaciones que simulan un paisaje rural rescatado de una época donde estas construcciones se relacionaban con antiguas migraciones o relaciones rurales.

Por ambas veredas se distinguen árboles instalados aproximadamente a nueve metros entre cada uno, a los que se les ha dejado un espacio carente de concreto, suponemos que con el objetivo de efectuar los artificios de riego y oxigenación de la raíz.

Apegados unos a otros, como un abrazo de concreto, cada edificio está conectado a diversos servicios (luz, teléfono, TV cable) por medio de extensas mangueras que arrancan del tendido público para llegar hasta la puerta de entrada, haciendo un desordenado manojo de cables que penetran al interior de éste perdiéndose en el reverso de la puerta.

Avanzado el recorrido se distinguen construcciones añosas, con personas detenidas en sus puertas. En la esquina sur oriente de la convergencia de las calles Maipú con Compañía un grupo de hombres trabaja en el remozamiento del edificio, que, manteniendo la fachada se ha agregado partes metálicas de ornamentación. En esta misma esquina, por calle Maipú, se observa un montículo que cruza la calle de vereda-a-vereda que, por la observación de los vehículos, suponemos es para obligar a detenerse antes de cruzar calle Compañía. Referido al mismo fenómeno, se observan vehículos detenidos en todo el curso de calle Maipú, sin personas en su interior.

Cada edificación posee una placa de identificación con un número, que en esta primera cuadra del recorrido va desde el 300 al 390 (desde Huérfanos hasta Compañía). El recorrido continúa por calle Compañía, dirección poniente. Contenedores de color gris, de forma cúbica, se pueden observar distribuidos a lo largo de la calle.

En esta cuadra se presta atención al mayor flujo de vehículos de transporte colectivo (microbuses) que van de poniente a oriente. En términos del tipo de construcciones, no diferencia mucho de la cuadra anterior, lo que si se ve con mayor presencia es el trazado y avisaje en el suelo de la calle y por medio de letreros instalados al borde. Pareciera ser que este tipo de mensajes y señales cumplen por función ordenar el desplazamiento de los vehículos. Ejemplo de esto es una línea central, blanca, no continua, que divide la calle en dos, en sentido del recorrido de los vehículos, también un montículo semejante al instalado en calle Maipú, pero éste cruza Compañía.

Pintada con letras de gran tamaño sobre el cemento de la calzada, destaca la palabra LENTO. Sobre un mástil de metal, al estilo de los avisos que indican los nombres de las calles, al borde de la vereda, se advierten dos avisos: Uno que advierte del montículo a los vehículos y otro que advierte de la prohibición de estacionarse, por lo que en definitiva viene a resguardar el sólo desplazamiento sobre ella.
La cuadra termina en el cruce con calle Herrera, donde se encuentra un centro de suministro, o de intercambio comercial. Un letrero sobre la puerta de entrada le anuncia como EXPENDIO DE ABARROTES. Avisos de mercadería que se ofertan o cuelgan desde las murallas. Un par de hombres detenidos en la esquina observan pasar los vehículos. ¿Esperan algo?

En el momento que me dispongo a girar por calle Herrera hacia Huérfanos, descubro que la mayoría de las personas que esperaban sentados bajo un techo de metal ha desaparecido al doblar por un pasaje que corta la cuadra. Vuelvo sobre mis pasos. A mitad de cuadra, por el sector norte de Compañía, destacan dos edificios del resto por su altura ya que en general las edificaciones observadas son de dos pisos, en cambio estos dos son de tres, símil diseño, materiales de construcción y fecha de instalación. También a diferencia del resto, en estas dos edificaciones convive más de una agrupación humana, dando lugar a un tipo de comunidad que no se da en aquellas que funcionan sobre la base de la diferencia de habitación. Entre ellos y en dirección a Huérfanos, se abre una florida y exuberante callejuela, que un letrero anuncia como PASAJE ADRIANA COUSIÑO. La numeración va desde el número 301 al 399 (los dos edificios que le dan inicio y cobertura son de numeraciones 399 y 394).

Por la cantidad de plantas y árboles es obvio que el destino de esta callejuela no está habilitado para tránsito de vehículo ni tampoco es prioritario el de personas, ya que más de la mitad esta usada como jardín, protegido por rejas, alambres y estacas de madera. Imitando lo que son las calles corrientes (como las que acabamos de describir), esta se compone de dos pequeñas veredas cubiertas de baldosas de colores que le aportan un sentido más privado. En el centro, lo que debería ser una calle de 5 a 6 metros de ancho, se transforma en un jardín recargado de floridos arbustos de no más de 1,5 metro de alto, intervenidos por cuatro palmeras y un par de árboles.

Por ambos lados también abrazadas y con la sola distinción de los colores y algún pequeño detalle de ornamentación, las casas se cierran como un mueble, compacto y uniforme. Todas de dos pisos (lo que hace destacarse más las dos edificaciones de la entrada), exponiendo en el primero una puerta y una ventana a cada costa de ésta. El segundo piso muestra por regla tres ventanas. Con excepción de tres o cuatro casas que son ocupadas como locales de comercio, oficinas o centro de educación, el resto es de uso doméstico.

Avanzado el recorrido por esta callejuela, a no más de 15 metros de terminar en calle Huérfanos, aquella se ensancha creando un espacio cuadrado de luz con una añosa palmera en su centro que determina el sentido vertical y de corte al espacio refrescándolo de lo sombrío y estrecho del recorrido. Ya en Huérfanos con Adriana Cousiño (lugar de este espacio de luz) descubro nuevamente haberme perdido. Habiendo ya transcurrido el tiempo destinado a la observación, vuelvo al origen para reorientarme.

Son las 16:30.

Quizás la principal dificultad de este recorrido descansa en poder concentrarse en una zona que permita establecer un parámetro de observación, para desde así asentar un paradigma de observación y comparación. He intentado esto al determinar un cuadrante pequeño, pero que de alguna forma representa la zona general de estudio. Queda pendiente profundizar en tres aspectos que se pudieron observar en este primer acercamiento: el diferente tamaño de los peldaños de entrada a las casas, que hemos denominado como un proceso de «hundimiento» de la edificación, cuestión que puede llegar a servir para determinar datas de construcción; la ocupación y desplazamiento humano y la vegetación de la zona tampoco se ha considerado, más allá de su ubicación, entendiendo que también puede llegar a ser una clave de interpretación urbana.