SIN ÉTICA NO HAY PERIODISMO

El Tribunal Nacional de Ética y Disciplina (Trined) del Colegio de Periodistas de Chile reivindica, al concluir este año 2018, que “sin ética, no hay periodismo”.

Los finales de año son una oportunidad para hacer balances personales, colectivos e institucionales, y para este Tribunal es el momento para referirnos a nuestro quehacer y destacar algunos aspectos que nos resultan importantes de reflexionar.

“Sin ética no hay periodismo” fue el lema bajo el cual los tribunales de ética del Colegio de Periodistas de Chile nos reunimos a reflexionar, a la luz de los nuevos tiempos, sobre el Código que nos rige y cómo enfrentar esa avalancha informativa sin límites, que nos llega muchas veces sin fuente alguna y que ha dado paso a la peligrosa realidad de las ‘fake news’, noticias falsas que se expanden como pólvora ardiendo sin reflexión alguna que identifique quién lo dijo, qué dijo, cuándo, cómo, dónde, por qué.

En nuestro seminario, realizado en julio pasado en Valparaíso, analizamos las fuentes y reafirmamos que el capital más valioso que tiene nuestra profesión es la credibilidad. Ella no puede estar al servicio de grupos o sectores particulares, sino que debe estar apoyada en lo que es nuestra misión fundamental: informar la verdad; sí, la verdad, aquella que nos debemos esforzar por sacar a la luz frente a aquellos que impiden que todos tengamos derecho a una información veraz y oportuna.

Este año, nuestra sociedad corrió velos y dejó ver el lado oscuro de instituciones que hasta ayer eran bien apreciadas. En enero la prensa mostró la molestia de católicos y no creyentes frente al poder de la Iglesia Católica, que ha sido sacudida por la mayor crisis de su historia, a raíz del vendaval de denuncias sobre abusos sexuales, de poder y de conciencia.

En esto los periodistas cumplieron un gran papel y no podemos dejar de reconocer la revelación del documento que el Papa entregó a los obispos chilenos en Roma, durante la reunión de mayo, en la que presentaron sus renuncias queriendo dejar entrever que nada grave había pasado. Fue Mónica Pérez, a través de Canal 13, quien dio a conocer el contundente documento de la máxima autoridad a los pastores chilenos, donde los conmina a recuperar el rumbo del Evangelio.

El camino de brasas iniciado por tres valientes profesionales, James Hamilton, José Andrés Murillo y Juan Carlos Cruz, no había sido en vano, y los periodistas habían escuchado su clamor.
El año siguió con la irrupción del movimiento feminista que desenmascaró prácticas machistas brutales al interior de los campus universitarios, y nuevamente la prensa abrió micrófonos a las voces que se atrevían a correr el tupido velo. Lo mismo ocurrió con la revista El Sábado que investigó el acoso en el mundo de las teleseries y el cine, sin caer en la banalización ni ridiculizando a las víctimas, y también dando, como corresponde, espacio a los acusados.

Otra institución que ha gozado del aprecio en la ciudadanía es Carabineros. Sin embargo, el año pasado, la opinión pública fue testigo, en este ámbito, de montajes, suplantación de identidad y de pruebas falsas para vincular a los dirigentes mapuches con atentados incendiarios en el llamado conflicto de la naturalizado el montaje para complacer a las fuentes, como denunció el Consejo Regional Osorno de nuestra Orden, a propósito del programa Alerta Máxima, de Chilevisión.

Por el impacto de la Operación Huracán se miró con cautela la versión oficial sobre la muerte del joven comunero Camilo Catrillanca, asesinado por un comando de Carabineros a mediados de noviembre.

A más de un mes de los hechos, llama la atención que la prensa no haya descubierto a tiempo qué ocurrió de verdad ese miércoles en Temucuicui; que no sepamos, por ejemplo, de las profesoras que denunciaron ser víctimas del robo de sus vehículos. Ha faltado reporteo, base del periodismo que busca la verdad y confronta fuentes. Estamos en deuda con la ciudadanía y para que decir con el pueblo mapuche.

Afortunadamente, con mucho retraso, ha comenzado a emerger la verdad sobre el asesinato de Catrillanca, constatando que los hechos difieren dramáticamente de las versiones entregadas por las autoridades, sin que nuestro trabajo periodístico haya sido determinante para mostrar la verdad. El vídeo que terminó por destituir al General Director, Hermes Soto, fue entregado de manera voluntaria a la Fiscalía por uno de los acusados, un mes después del asesinato. Ciper Chile, el centro de investigación periodística independiente, hizo posible que los chilenos lo conociéramos.

Un hecho grave para el ejercicio de la profesión fue el reportaje de Canal 13 a la supuesta escuela de formación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez al interior del Liceo 1 de Niñas. La simple denuncia de un grupo de apoderados sirvió para que el periodista Alfonso Concha presentara una visión sin cuestionamiento alguno, ni siquiera del Centro de Alumnos y menos de las niñas supuestamente participantes de esa “capacitación”.

La explicación del jefe de prensa del canal del Grupo Luksic, Enrique Mujica, es tan inaceptable como poco profesional: “Al día siguiente íbamos a presentar la otra versión”, como si fuera posible convocar a todos los televidentes, a la misma hora, frente al mismo canal, para ver la otra versión, que era al final la verdadera.

Sin ética no hay periodismo, y 2018 nos ha dejado un enorme desafío para enfrentar el año que viene.

Creemos firmemente que un periodismo sin credibilidad no sirve. Una sociedad sin información verídica es una sociedad que está a oscuras, que de verdad no sabe lo que pasa y que por lo mismo no puede opinar ni actuar críticamente. De ahí nuestra preocupación.

Tribunal Nacional de Ética y Periodismo
Colegio de periodistas de Chile

Diciembre 2018