SEPTIEMBRE ME TRAE A MIS COMBATIENTES

Fernando “Feña” Torres

A mediados de este mes comienzo a bajar la guardia. Me retiro a mis sueños y no me quedan ganas de contestar el teléfono. Quiero decir que es un mes culiao pero no puedo… hay mucha gente bailando. Quiero recordar. Quiero preguntarme porque he sobrevivido. Tengo mucho material para olvidar. El Chico Danilo llega a mi casa a demostrarme que se puede construir una maquina fotocopiadora. Después de dos horas la cosa comienza a funcionar. Tenemos una copiadora subversiva para decirle al pueblo que no se replieguen tanto, que las lágrimas tienen que parar, que los muertos nos dejaron a los combatientes y todas esas babosadas que solíamos decir cuando podíamos. Primero fueron las balas, pero después, después algo más destrozó a Danilo, a su cuerpo café transpirado, la sudada y la sangre. Un hombre con principios llega a mi casa, es un poeta digo yo. Se sube las mangas y el comandante ordena sacar la tinta y ponerse a trabajar. Este huevón es un poeta digo yo. Yo que he estado carente de odas por un buen tiempo, que necesito unos versos para quedarme dormido, que no puedo despertar si la poesía se cierra de golpe como una puerta vieja, de aquellas que crujen, que suenan, que chillan. Son las puertas de la poesía, digo yo, y dejo entrar al poeta bajo la mirada atónita de mi padre; porque el negro entra como Pedro por su casa con miles de papeles blancos para que los ensuciemos. Estos han sido los combatientes que yo he conocido y de los que me he rodeado. Son muchachos que no son músicos ni poetas, que son pólvora, que son listos, que son bravos, que son valientes. Mis combatientes se llaman Raúl y andan con cáncer en el cuerpo, con tumores indescifrables. Pero pueden sentarse a explicar con sus propias palabras por que llevan la revolución por dentro. Claro, no lo dicen así, mis combatientes nunca se han tildado de revolucionarios, son tímidos. Mis combatientes son muchachos crudos dispuestos a morir, dispuestos a vestir el hábito de la pólvora, allá donde pocos llegan. Septiembre. A mediados de este mes comienzo a bajar la guardia. Me retiro a mis borrosas visiones y mis muertos comienzan a brotar de todas partes y me pongo a llorar como un niño hambriento. Mis combatientes son muertos que revolotean por mi cabeza. Son los que reciben visitas en las mazmorras y son golpeados con macanas. Aquel hijo de puta (que me perdonen las putas) del campo no puede doblegar a nadie, no tiene palabras. Los cabrones son ignorantes, no pueden llorar y Raúl los mira desde sus dolores y se niega a hablar. Septiembre está lleno de contradicciones. No podríamos llegar porque nunca hemos salido. Yo menos. Porque he olvidado gran parte de mi todo y cada vez que recuerdo una visión la vuelvo a olvidar. Así es como viene septiembre como una rosa y como un cuchillo. Que me perdone la música, septiembre, pero hoy me entrego al silencio. ##