EL TRIUNFO ELECTORAL DE “LA REVOLUCIÓN CIUDADANA”

Por Carlos Romeo

Lenin Moreno, candidato de la agrupación política Revolución Ciudadana organizada por el Presidente Correa para llevar a cabo políticas de independencia con respecto a los intereses de los EE.UU. y de marcado alcance social durante los 10 años de su mandato, gano la elección presidencial, pero por apenas un 2% de diferencia con respecto a la votación de su opositor, el banquero Lasso. Es un triunfo de la izquierda, pero de inmediato cuestionada por el perdedor y recibido con el beneficio de la duda por parte de los medios de la derecha en la América Latina con lo cual, aun antes de iniciar su mandato, presumiblemente continuista del rumbo establecido por Correa, se empieza a cuestionar su legitimidad.

Lo más significativo, a mi juicio, es el estrecho resultado logrado en una contienda, apenas un 2%, mediante la cual se dirimía la continuidad o no de una política nacionalista, antimperialista y en favor de los sectores menos favorecidos de esa sociedad que se suponen ampliamente mayoritarios. Es que ya resulta una constante en América Latina que las políticas de izquierda como las que se llevan a cabo en Venezuela, Bolivia, Ecuador, también son el resultado de elecciones en las cuales el electorado se ha dividido casi a la mitad , con lo cual se repite una y otra vez, siendo el caso de Nicaragua la excepción que amerita ser investigada, que un porcentaje no inferior al 40% del electorado nacional vota en contra de programas destinados a alterar significativamente el orden político, económico y social del país. La diferencia, que solamente es de un 10%, puede inclinarse hacia uno u otro de los proyectos, el de los cambios o el de la restauración de la situación tradicional, según la coyuntura del momento.

Esta apreciación choca con la tradicional concepción de la izquierda de que una sociedad latinoamericana está conformada por una oligarquía minoritaria dominante por poseer los medios de producción, de comunicación y los recursos naturales y una amplia mayoría de trabajadores, campesinos pobres, desempleado y minorías étnicas. En efecto, proviene de la aplicación de una explicación teórica de la estructura social basada en las relaciones sociales de producción vigentes en ellas a partir de una división simplificadora de la realidad económica-social entre dueños de los medios de producción y trabajadores contratados por ellos, que no alcanza a aprehender la real y más diversificada estructura de clases sociales existentes. Es obvio que en política las oligarquías dominantes tengan una concepción conservadora, pero constituyen solo una minoría. Por ello, ¿cómo es posible que logren aglutinar detrás de sus programas políticos a casi la mitad y en algunos casos como recientemente en Argentina, a más de la mitad del electorado?

A mi juicio la clave se encuentra en el discurso ideológico de la derecha, que en síntesis dice “aseguremos la continuidad de nuestra realidad económica y social que nos ha permitido llegar hasta aquí, para poder mejorarla”. Y este llamado, que lleva en si una advertencia de las eventuales consecuencias negativas de cambios de una realidad conocida, les llega a y es aceptado por, vastos sectores sociales que para simplificar llamaremos clase media y que son cada vez más importantes en el contexto de las sociedades latinoamericanas. Un ejemplo como indicador del fenómeno es la cantidad de automóviles que existen hoy en Chile, unos 3 millones para 17 millones de habitantes, en comparación con menos de 100.000 en los años cincuenta del siglo pasado para unos 8 millones. Han logrado un cierto nivel de vida en las condiciones que ya conocen y creen que esas mismas condiciones les permitirán seguir ascendiendo de nivel en la sociedad, siendo el objetivo ideal perseguido el poder una idea integrarse a esa oligarquía que admiran, lo que constituye el triunfo máximo posible en la vida. Así, son elegidos millonarios como Macri en Argentina, billonarios como Piñera en Chile y candidatos como el propio Lasso, banquero ecuatoriano.

¿Qué tiene que ganar la clase media en una revolución o en un gobierno progresista? En ninguno de los dos casos va a constituir el objetivo principal y explícito de eso cambios, pero si de modificaciones significativa de su vida actual como serian en Chile los logros de una educación pública gratuita, de un servicio de salud también publico y gratuito y de un cambio radical del manejo de los cuantiosos fondos previsionales de los trabajadores chilenos. Teóricamente, esta sería la base de una alianza política de la izquierda proletaria con el centro político que se supone expresa lo intereses de ese “hinterland” social entre ricos y pobres en la América Latina. Esa fue la base de las agrupaciones políticas exitosas como fueron el Frente Popular en 1938, el FRAP en 1958 y la Unidad Popular en 1970.

La Habana, abril del 2017