NUEVA CONSTITUCIÓN CUBANA

Cerca de nueve millones de cubanos y cubanas dieron su opinión sobre el proyecto de Nueva Constitución y muchas de sus propuestas fueron incorporadas al documento final que será sometido a consideración popular para su aprobación. No obstante, como dijo una de las diputadas que intervinieron en su discusión final, no era posible llegar a un texto que las incluyera a todas y así iniciando una nueva etapa de este proceso revolucionario, se dio el principio básico del sistema político democrático, que las minorías pueden expresarse aunque deben aceptar finalmente lo que decide la mayoría.

Una vez más se pudo comprobar que en la mente de las personas cuesta que lo nuevo sustituya antiguas maneras de pensar como fue el caso a la hora de expresar que para un matrimonio bastaba que existiera el acuerdo de dos personas sin importar su género. Representantes de organizaciones religiosas que son miembros de la Asamblea Nacional del Poder Popular así como de convencidos de que es inconcebible la unión matrimonial de personas del mismo sexo, se opusieron a ello y en el texto final propuesto se consignó la unión de dos seres humanos sin especificar diferenciación o similitud de sexo.

Muy discutido fue también el procedimiento electoral del Presidente del país, si por vía directa o indirecta a través de los miembros del Parlamento, estableciéndose finalmente el segundo método, así como el rol a desempeñar en la vida política nacional por el Partido Comunista de Cuba, en tanto que partido único, quedando su rol más bien como inspirador del desarrollo futuro de la sociedad que como su ente dirigente, toda vez que para ello quedo explícitamente definido que el poder político máximo reside en la Asamblea Nacional del Poder Popular.

La dualidad amor-odio salió a relucir a la hora de incorporar en la Constitución Nacional la existencia de un sector económico privado y el funcionamiento del sistema de mercado, aunque según el texto bajo el control de la planificación nacional. Y es que ya se aprecia en Cuba la aparición de algo desconocido en el país durante medio siglo, la existencia de cubanos ricos, claro está que a nivel de lo que en Cuba se considera riqueza, lo que haría sonreír a un chileno por su pequeña envergadura. Así y todo, en un país en el cual durante décadas todos tuvieron las mismas tarjetas de racionamiento de comida y de artículos industriales, el que vaya apareciendo una nueva clase social minoritaria conjuntamente con la de los asalariados que es la mayoritaria, despierta animadversión al mismo tiempo que ya prácticamente todo el mundo reconoce que muchas actividades deben dejarse en manos privadas por no ser de la competencia de un Estado socialista.

Paso trascendente es el haberse dado cuenta que el poder administrativo de lo público debe afianzarse en las bases territoriales, municipios y provincias, en donde vive la gente que experimenta las vicisitudes de la vida diaria que les son ajenas a los burócratas del Gobierno Nacional.

Y desde luego el proyecto expresa la muy firme reiteración de que la sociedad cubana es y seguirá siendo socialista, aunque el documento no especifica taxativamente que es el socialismo, pero si lo hace al definir precisamente que es el socialismo cubano mediante las formas de organizarse que describe precisamente su nueva Constitución.

La revolución Cubana, ya sin Fidel y con Raúl ya alejado del Gobierno, sigue su marcha a su manera, a su ritmo, que deciden los propios cubanos y a su manera.

Carlos Romeo

La Habana, 25 de diciembre del 2018