LAS RELACIONES CUBA-EE.UU: ¿NEGOCIOS O IDEOLOGÍA?

Por Carlos Romeo

Hoy hay tres noticias significativas referentes a las relaciones entre Cuba y los EE.UU., y el sentido del adjetivo depende del optimismo o pesimismo “realistas” de quienes las interpreten.

Por primera vez en mas de medio siglo se firmó un contrato por la venta de 40 toneladas de carbón vegetal entre una empresa exportadora estatal cubana y una norteamericana, que obtuvo la licencia necesaria que debe conceder el Gobierno de ese país. Curiosamente ese carbón es producido a partir de un extremadamente agresivo arbusto que tiene contaminadas vastas áreas de las tierras cultivables cubanas, con lo cual hay ya una doble motivación económica para deshacerse de él en Cuba: recuperar tierras para la producción agrícola y ganadera y obtener divisas por su venta a razón de 440 dólares la tonelada. Pero, además, se está hablando de exportar también miel de abeja a ese país.

Obviamente, la importancia de esta y otras operaciones de exportación de este tipo desde Cuba hacia los EE.UU. no van a significar montos de alta significación en el comercio exterior cubano, pero si tienen una significación importante cuando se la considera desde el punto de vita de la sabiduría china, que dice que “el paso más importante en una larga marcha es el primero”.

En ese mismo sentido puede considerarse el inicio de pruebas debidamente autorizadas por el FDA de los EE.UU. (Food and Drug Administration) en ese país, de una vacuna cubana para curar el cáncer del pulmón y un acuerdo entre instituciones de ambos países para el desarrollo de nuevos productos farmacéuticos.

La tercera noticia es la llegada del primer vuelo de la aerolínea norteamericana Alaska inaugurando una frecuencia diaria entre Los Ángeles, California y La Habana siendo esta la octava aerolínea de ese país en establecer vuelos diarios a este país insular. Es de suponer que esas aerolíneas por algo lo hacen y como son comerciales, presuponen un creciente mercado constituido por la visita de norteamericanos a Cuba.

Como me considero un observador optimista de lo que está sucediendo, me parece que todo ello cabe dentro de la política de “Hacer América grande otra vez”, lema del nuevo Presidente de los EE.UU. que asume sus funciones el próximo día 20 de este mes, que ante todo busca recuperar actividades productivas y comerciales que ese país ha perdido. Y sin lugar a dudas Cuba no solamente es un mercado, aunque no trascendente para los EE.UU. en su conjunto, pero si importante para los productores norteamericanos individuales que logren explotarlo. Así lo están haciendo las aerolíneas norteamericanas con optimismo y si Cuba no compra más en ese país, es simplemente porque hasta ahora no pueden pagar en dólares norteamericanos y además lo deben hacer por adelantado en otra moneda convertible.

Durante 52 años los empresarios norteamericanos de todos los ámbitos de su economía se ajustaron a las restricciones que les impedían hacer negocios con Cuba y como buenos pragmáticos que son, los buscaron en otras partes. Pero Obama acabó con la imagen de que Cuba no existía al reestablecer relaciones diplomáticas con ese país e iniciar el restablecimiento de mas relaciones, con lo cual todo empresario norteamericano propiamente tal, empezó a explorar sus posibilidades en ese país ahora que la imagen de Cuba, de inexistente ha pasado a ser para ellos un potencial de negocios según sea su especialidad. La Boeing debe ya tener un programa de venta de aviones de pasajeros a Cuba a los efectos de reemplazar, o al menos agregar, sus aviones a los rusos que ya tiene, único proveedor posible para Cuba hasta ahora. ¿Por qué regalarles el mercado cubano del arroz a brasileños y vietnamitas si el norteamericano está a solo 90 millas de distancia? ¿O el de trigo a los argentinos u europeos? ¿Y el de la maquinaria y equipos de transporte a China, cuando Detroit, otrora la cuna de la industria automovilística norteamericana, está “quebrada” y abandonada, así como todo el “rust belt” en el norte de los EE.UU. que le dio precisamente la victoria a Trump, contando con que implementaría una política de “compra productos norteamericanos hechos en los EE.UU.”?

¿A quién seguirá el Gobierno de Trump? ¿A una minoría electoral constituida por cubanos-norteamericanos radicados en Miami que defienden los derechos humanos de los cubanos, supuestamente violados en Cuba, y el multipartidismo mediante el cual sueñan con un eventual regreso al poder político en Cuba, cuya punta de lanza son cuatro representantes y uno o dos senadores en el Congreso de los EE.UU. que han vendido sus votos de apoyo a todos los proyectos de sus semejantes , a cambio de su voto negativo para no cambiar la ley Helmes-Burton que regula el bloqueo a Cuba? ¿”Business” contra “pseudo ideología”? ¿En el país cuyo lema es “Money Talk”, o sea “el dinero habla”?

La Habana, 6 de enero del 2016