LOS CAMBIOS, LA IMPROVISACIÓN Y LOS DICHOS DE MI ABUELA

Por Cristian Cottet

El Movimiento Autonomista vive momentos de tensión, finaliza su Primer Congreso y corresponde presentar al resto del Frente Amplio y a Chile los acuerdos fundamentales que le dan forma y contenido en un corto plazo. Gabriel Boric corre de un canal de televisión a otro respondiendo todo tipo de preguntas. Se anuncia la posible precandidatura a la presidencia de la República a la periodista Beatriz Sánchez. Se bajan dos candidatos. Se comenta de un video donde la periodista Beatriz Sánchez instala al dictador Augusto Pinochet y a Fidel Castro como lo mismo… Exactamente lo mismo, sin matices, sin detallitos, nada, incluso más, de no reconocer que Pinochet es un dictador y Castro también, es ser un “caradura”. Caradura quienes militan en la izquierda y reconocen en Castro una referencia positiva. Caradura cada uno de nosotros, que fuimos torturados, exiliados, relegados, asesinados, por reconocer en la Revolución Cubana una comunidad solidaria, una sociedad que se hermanó con los pueblos colonizados para liberarse de siglos de cadenas.

Al mismo ritmo, el recién fundado Frente Amplio debate si son laicos o marxistas. Si es o no democrático rechazar el ingreso de un provocador a las asambleas. Algunos dirigentes se pasean por pasillos y oficinas. Se confunden de nombre. Se conversa de candidaturas.

“Semana rabiosa” fue el nombre con que historiadores, politólogos, activistas y un sinfín de allegados a las revueltas, nominaron la tan nombrada y recurrente semana roja de París 68. Ese nombre le viene bien a la semana que comenzamos… y talvez la próxima. Vienen tiempos tormentosos, pero podemos transformarlos. París nos pena.

En un artículo publicado en este mismo medio (Dilemas.cl) me atreví a escribir que el Frente Amplio debía estar a la izquierda de la Nueva Mayoría, más aún, a la izquierda del Parrido Comunista. Algunos días después el presidente de las Juventudes Comunistas, Camilo Sánchez, aseguró que “El Frente Amplio no está más a la izquierda que nosotros”. La verdad, a estas alturas del vuelo, es difícil saber quién está o no a la izquierda de la izquierda. Mi abuela, que era muy sabia, habría dicho “¿Quién le pone el cascabel al gato?”

Semana rabiosa la que vivimos.

Pero hay más. En medio de congresos, reuniones, definiciones y fundamentos, el 20 de marzo de 2017 aparece en la revista virtual El Desconcierto una entrevista a Sebastián Depolo, presidente de Revolución Democrática, que al responder sobre cómo se debe entender los cambios propuestos, plantea:

“Primero, un nuevo marco constitucional a través de una Asamblea Constituyente, que debió estar en las primeras medidas de este gobierno.

Segundo, derechos garantizados desde la infancia a la vejez, pasando por temas de salud, educación, pensiones y vivienda que permita a la gente tomar riesgos con su vida, con la creatividad, con la innovación.

Y tercero, un nuevo modelo de desarrollo, no podemos seguir viviendo de las materias primas y sus precios volátiles.”

Con este programa, la verdad, no avanzamos más que el actual gobierno. Nada de los pueblos originarios. Nada de relaciones internacionales con los pueblos en lucha. Nada con expropiaciones del agua ni de las riquezas naturales. Nada de reindustrializar la economía. Nada de la inclusión de género. Nada de muletas, sillas de ruedas o bastones. Ya lo dije, el capital está desenfrenado y perdió toda regulación. Depredar es el verbo que mejor conjugan.

Lamento los comentarios de la señora Beatriz Sánchez, es un paso atrás. Es un desprecio a las sensibilidades de izquierda, aquellas izquierdas simples, ordenadas, humildes. A cuatro días de la muerte del comandante Fidel Castro, la señora precandidata a la presidencia por el Frente Amplio, Beatriz Sánchez, se da el lujo de igualarle al más sanguinario de los sanguinarios, se toma la libertad de insultarle a sabiendas que no tendría respuesta.

Tal vez estas destempladas declaraciones responden a la poca confianza que se tiene en la precandidata.

Se puede aceptar que la diversidad es un factor que gobierna al Frente Amplio, en eso no existe equivocación, es más, puede llegar a ser su principal capital. El resto cabe en la infinitud que ofrece la libertad y esta libertad está instalada en tanto exista contraparte que le cuestione.

El conglomerado político que reúne una docena de partidos y colectivos, el Frente Amplio, no está ni cerca a la Unidad Popular de Salvador Allende, pero no es tiempo de esos sueños, otras son las premuras para acercarnos a esa utopía. El Frente Amplio está en un atolladero de dimes y diretes que obstaculiza la posibilidad de transformarse en una referencia seria, una posibilidad de echar a andar los reales cambios que Chile espera y requiere. También podemos suponer que esto es producto de la inexperiencia política. Pero, seamos claros, nadie les pidió que entraran al chiquero y si lo hicieron de propio entusiasmo, bienvenidos sean en el reino de la explotación.

El capitalismo depredador está desenfrenado, pero sabe lo que hace, no está preocupado ni ansioso. Por su parte, las orgánicas populares, en el amplio sentido, están enredadas en sus propios discursos, donde cada orgánica brega por su pequeño programa, descuidando la básica disciplina y organicidad.

Es factible y necesario un Frente Amplio desde y para los pueblos, para aquellas mujeres que temen ser violentadas, para los y las temporeras, para los estudiantes. Por ellos se requiere un Frente Amplio enamorado de las transformaciones que Chile requiere. Un Frente Amplio de mijitas y machotes para defender cada paso que demos. No se requiere más contubernios de media noche ni corruptos diputados y senadores que se repiten una y otra vez en la papeleta.

Como agentes de cambio tenemos la posibilidad de volver a su lugar la lucha política y reivindicativa, de otra forma es lo último que nos queda como izquierda.