LA CANCELACIÓN DE CUENTAS: UNA EXPERIENCIA MÁGICA

Por Cristian Cottet

Un día de furia, no sé qué vamos a hacer, la población se ha manifestado y el 14 de octubre comenzó este levantamiento, las plazas se revolucionaron y se manifestó lo que llaman “la voz del pueblo”. Sobre esto versa este texto.
La experiencia etnográfica que se ha realizado consiste en el acercamiento directo y práctico al evento cotidiano de “cancelar cuentas”. Buscamos el recorrido que le corresponde a este investigador con el objeto de acercarnos también a la subjetividad del evento, a la carga privada y colectiva del hecho. Este recorrido está concentrado en un día laboral efectuando la cancelación de cuatro “cuentas”: agua, energía eléctrica, habitación y teléfono. Las cuatro cancelaciones corresponden a la misma casa-habitación y el recorrido se realizó en cuatro centros de pago: Aguas Andinas (agua), BancoEstado (dividendo), Telefónica (teléfono) y Chilectra (energía eléctrica).

Comenzaremos con Aguas Andinas S. A.G
La cancelación del consumo de agua se realiza en un local específicamente diseñado para estos efectos ubicado en la comuna de La Florida. Este centro de pagos está dividido en dos zonas que cumplen igual cantidad de funciones: el centro pagos y/o cajas y el centro de operaciones o de negociación.
La primera (que es el espacio donde primero se entra al local), la zona de cajas, está precedida por un extenso corredor formado de cordeles atados a pequeños bastiones (aproximadamente un metro de alto) que permite el ordenamiento por medio de una “fila” de las personas; como fondo (y que es el punto donde termina este zigzagueante corredor virtual) se encuentran pequeños cubículos que no alcanzan más que a contener un funcionario sentado, a este espacio se le reconoce con el nombre de “caja” y al funcionario como “cajero”, instalados uno al lado inmediato del anterior dando la posibilidad de atención múltiple. Frente al cajero se encuentra el recipiente de dinero, una pantalla de computación en red y el vidrio de separación entre “cajero” y “cliente”.
La segunda zona o “centro de operaciones”, se diferencia de la zona de cajas principalmente por el tipo de construcción en cuanto aquí encontramos “estaciones de trabajo” (así se les denomina), que consisten en un escritorio pequeño con una pantalla de computación en red, una funcionaria (todas son mujeres) y algunos papeles; la división entre una estación y otra está dada por biombos de madera de 1,5 metros de alto. En este espacio no se efectúa transacción monetaria, la función de esta zona es investigar posibles anomalías en el cobro o suministro, negociar deudas, recoger denuncias. El fin de cada gestión de esta zona se produce un “convenio” donde no existe fila, sino que se atiende por orden de llegada. En el local, además de los funcionarios de cajas y de operaciones, se encuentran guardias de seguridad armados y en permanente movimiento.
La casa-habitación de la cual se cancelará el consumo de agua y alcantarillado tiene un gasto que se mide promedio de por mes. Particularmente este pago ofrece un elemento extraño, dado el aumento excesivo del valor a cancelar desde fines del año 2001. Frente a este hecho se realizó un control de cañerías y terminales de agua, el que confirmó el normal funcionamiento de todo el sistema o red, pero al revisar y comparar las boletas de cada mes nos arrojó el siguiente fenómeno:
La boleta del mes correspondiente especifica los siguientes agregados: cargo fijo, m3 agua potable y m3 alcantarillado
Una nota anuncia que en próxima lectura se inicia el cobro de “sobreconsumo” y que para este domicilio el límite del “consumo normal” es de 40 m3. Cabe destacar que en esta boleta se notifica, además, que el consumo fue de 17 m3.
La boleta del mes especifica los siguientes agregados:

  • cargo fijo
  • m3 agua potable
  • m3 alcantarillado
    -m3 sobreconsumo
    Esta última boleta es la que se resolverá en este día y una primera aproximación comparativa nos arroja los siguientes resultados: 1) el “cargo fijo” subió; 2) el consumo normal bajó aproximadamente en un 3%; y 3) el valor del “sobreconsumo” significa más de un 250% del consumo normal.
    Cabe hacer notar que el denominado “sobrecargo” se cobra a partir del mes de diciembre y termina en el mes de marzo del año que le sigue, esto es, los meses de verano, que son aquellos donde, por una cuestión de salud pública y bienestar social, aumenta el consumo de agua potable, sea por mayor deshidratación de los cuerpos, sea por mayor requerimiento de este elemento en la mantención de jardines y vegetales. El aumento de valor de este sobreconsumo (casi obligado por la naturaleza), que supera el 250 % del valor normal, no es un hecho que tenga relación con el almacenamiento ya que la relación entre consumo y stock de agua potable no es directa. La empresa encargada de abastecer la ciudad de agua potable mantiene almacenada gran cantidad en estanques que bordean la zona alta de la ciudad.
    Otro elemento relevante es la cantidad de m3 ocupados en un mes (que resulta de la diferencia con la “lectura” del medidor respecto a la lectura anterior) se aplica tanto para el cobro de agua potable como de uso de alcantarillado. Esto, que puede resultar de menor importancia, pero no lo es, ya que al hacerlo la empresa Aguas Andina está presuponiendo que toda el agua que se usa (y en esto cobra mayor relevancia con el sobreconsumo) es en labores de higiene humana y que toda se transformará en residuo que se verterá en el alcantarillado, cuando en verdad es en este periodo del año (verano) cuando más agua potable se gasta en otros usos, como refrigeración corporal por la alta temperatura ambiental, sea esto por ingesta de agua para evitar la deshidratación, o por humedecimiento externo (pequeñas piscinas y riego con manguera); y riego de jardín. Como se puede constatar, ninguna de estas dos vías de uso de agua potable hace uso de la red de alcantarillado, y si lo hacen no significa que este aumente su carga.
    Pero, la boleta del mes contiene un cobro de $ 1.750 por concepto de uso de alcantarillado, mientras que la boleta del mes de enero ese valor de cobro se eleva a $ 7.886, aumentando casi en un 500%, mientras en ese mismo periodo de tiempo (o sea las mismas boletas) en lo que se refiere al cobro del “consumo normal” de agua potable se eleva en noviembre del año a $ 7.765, o sea en menos de un 100%.
    Como ya se dijo, tanto la refrigeración y el riego son asuntos que guardan relación con el bienestar social y la salud pública. No podrían los habitantes de esta zona del país sobrellevar la cotidianidad de movimiento si no es por el uso del agua, cuestión que es de lógico conocimiento.
    Cabe decir que todas estas tarifas y cobros están reguladas por leyes y que son publicadas periódicamente en la prensa local y que en cada boleta viene indicado el decreto u oficio de estos valores. Esto nos lleva a suponer (por lo menos) que el Estado chileno es parte de esta normativa.
    Son las 8:45 de la mañana, el local de pagos de Aguas Andinas abre sus puertas y el público comienza a entrar al corredor para cancelar a la zona de denominada “centro de operaciones”. Consultamos a un vigilante cual es el trámite que debemos realizar para que se nos explique la diferencia y excesivo aumento del valor del agua. Este nos señala la zona de operaciones. Al momento de llegar a esta zona ya otras personas están “siendo atendidas” por lo que debemos esperar, previa solicitud de número (orden de llegada) para ser atendido. Después de esperar cerca de 15 minutos, aparece en un tablero electrónico nuestro número.
    Explicamos a la funcionaria que atendía el módulo el motivo de nuestras dudas, cada uno de los argumentos antes expuestos, indicando como final de nuestra exposición que “nunca antes habíamos tenido semejante gasto ni diferencia de un mes a otro”. La funcionaria teclea y mira su computadora. “Usted no tiene ninguna multa -nos dice-. Esta cobranza es correcta”. “Si es así -le digo-, ¿qué puedo hacer?”. “Tiene usted tres posibilidades -me responde-: la primera, cancelar el valor de la boleta al contado; la segunda, no cancelar y esperar que le corten el agua y después, cuando usted pague todo, le cobren además corte y reposición; y la tercera, firmar un convenio con Aguas Andinas. Usted elige”.
    Opté por el convenio: 40,08% al contado y 7 cuotas de $ 5.735 mensuales (además de un 1,2% de interés mensual) y salí del local con la sensación que nace de las injusticias.
    Pero ¿qué podía hacer?