SOBRE UN FRENTE AMPLIO EN CHILE

Por Carlos Romeo

Sin ser un experto en la historia política chilena me atrevo a decir que en tres momentos del pasado siglo XX la creación de un amplio movimiento popular tras un proyecto político, lograron cambiar el curso de la vida política del país.

En 1937 se formó el Frente Popular, agrupación de oposición al gobierno de Arturo Alessandri, formada por socialistas, comunistas, democráticos y la Confederación de Trabajadores de Chile, a la que después se les unió el Partido Radical y que llevo a la victoria electoral a Pedro Aguirre Cerda, inaugurando una nueva concepción de un desarrollo económico y social para Chile en el cual el Estado jugaba un rol determinante y de vanguardia, etapa que duro hasta 1952 en que ese enfoque desarrollista fue sustituido por el populismo de Carlos Ibáñez, el cual a su vez preparo las condiciones para que nuevamente se formara una alianza popular de amplio espectro, el FRAP, Frente de Acción Popular, que postulo nuevamente a Salvador Allende para Presidente . Como se sabe, perdió frente a la derecha tradicional por la “sangría” que le ocasionaron los más de 41.000 votos que obtuvo la sospechosa candidatura del entonces denominado “Cura de Catapilco”.

Pero ya en los años cincuenta del pasado siglo, aparece en Chile la ideología de la democracia cristiana con un líder, Eduardo Frei, que preconiza un programa popular revolucionario en paralelo al que sustentaban los partidos marxista socialista y comunista, pero mediante una “revolución en libertad”
“La elección de Frei en 1964 fue vista con interés en todas partes del mundo, pues se trataba de un experimento político muy prometedor, que podía ser la opción al capitalismo y al socialismo, en plena Guerra Fría. En este contexto mundial, la influencia de Estados Unidos sobre Latinoamérica se hizo presente también para evitar la eventual elección del candidato Socialista Salvador Allende. Así, Estados Unidos a través de la CIA financió más de la mitad de la campaña de Eduardo Frei Montalva en 1964, sin que éste lo supiera. (U.S. Departament of State. Church Report: Covert Operation in Chile 1963-1973.)” Wikipedia.

Hay que reconocer que la victoria electoral de Frei ante Allende, fue el resultado de un exitoso movimiento político popular encabezado por la Democracia Cristiana, al que se le sumo la derecha política chilena para impedir un triunfo de la izquierda, pero que a corto andar demostró en la práctica del poder político que si podía alardear de democrático, en el sentido comúnmente empleado en Chile, pero de ninguna manera de revolucionario, y por ello sus militantes que si creían en un objetivo revolucionario, se retiraron para formar otras dos agrupaciones políticas, el MAPU y la IZQUIERDA CRISTIANA, que a poco andar se unieron a socialistas y comunistas para conformar la Unidad Popular, nuevo movimiento de masas que en 1970 llevo a la Presidencia a Salvador Allende y esta vez para crear pacíficamente las condiciones que conducirían a Chile a un socialismo “de empanadas y vino tinto”.
En los tres grandes triunfos de un eventual frente amplio político, Pedro Aguirre Cerda en 1938, Eduardo Frei en 1964 y Salvador Allende en 1970, se formó la unión popular tras un programa de acción y tras un líder que lo encarnaba, pero únicamente en la elección de Allende se planteó abiertamente cambiar nada menos que el regimen político, económico y social, denominando al proyecto como lo que existía en esos tiempos en la Unión Soviética, en la Europa del Este, en China y en Cuba.

No solamente los marxistas han leído que el pronóstico histórico que Marx hace en su explicación del capitalismo, es la revolución de los proletarios a raíz de la cual “Los expropiadores son expropiados”. Por consiguiente, proponerse el socialismo como objetivo político de un gobierno es “guerra avisada” y contrariamente a lo que dice el dicho, si mata, pero no soldados, sino que al pueblo que la quiere llevar a cabo, como sucedió en Chile en 1973.

La historia de Chile revela que por una parte, que si los chileno han sido capaces de reaccionar ante el “marasmo político”, como el actual, y que la agrupación de fuerzas se ha hecho siempre alrededor de una figura que ha devenido líder del movimiento, pero por otra parte, que cuando ese movimiento ha puesto en peligro el regimen imperante, ha entrado en acción el “regulador militar” que, como en cibernética, impide que el país se salga de los “parámetros establecidos” de funcionamiento político, económico y social considerados hasta entonces como “normales y deseables”. Por consiguiente, a la tarea de conformar un eventual movimiento político como un frente amplio y encontrar el líder necesario, la libertad que este tenga para hacer política una vez conquistado el poder, dependerá de cómo se neutralice al denominado regulador militar del sistema.

¿Por dónde empezar? Evidentemente por determinados cuadros que tengan una imagen clara, limpia y honesta, y que hayan demostrado sus cualidades en la lucha política. Reconociendo que opinar desde fuera de Chile sobre eventuales cuadros políticos con esas cualidades es un atrevimiento, me atrevo a señalar quienes me impactaron por su conducta en algún momento y solamente acuden a mi memoria los líderes estudiantiles de hace algunos años, que a pesar de haber devenidos Diputados pueden aun conservar su coraje y su independencia política y ese sencillo y modesto representante del pueblo de Aysén cuando su población se enfrentó al Gobierno años atrás. Ellos son el ejemplo clásico de que en las luchas populares inevitablemente aparecen espontáneamente líderes que son reconocidos como tales. Y es así como surgirán líderes de un eventual frente amplio. Líderes sociales y políticos que deberán estar sujetos al escrutinio público. Sin querer ofender, el panorama de los políticos profesionales chilenos es lamentable y desolador si en vez de mirarles las bocas se les mira las manos, es decir lo que hacen, como recomendaba Lenin.

No serán los actuales partidos chilenos quienes conformen un movimiento popular, si no que será un nuevo movimiento popular el que atraerá a los actuales partidos existentes.

La Habana, marzo del 2017