EL CIUDADANO ILUSTRE

Comentario Aníbal Ricci

«Creo que hice una única cosa en mi vida… escapar de Salas… mis personajes nunca pudieron salir y yo nunca pude volver», dice Daniel Mantovani, antes de volver a su pueblo natal (Salas) después de cuarenta años y luego de salir otra vez del mismo, ante la concurrencia que asiste al lanzamiento de su nueva novela, que se divide en cinco capítulos al igual que esta película. Las palabras de este argentino recientemente galardonado con el Nobel de Literatura encierran una profunda contradicción: se ha convertido en el protagonista de su novela (en un acto de extremo egocentrismo) y justamente (como escritor y personaje) a duras penas ha logrado escapar con vida de su pueblo y definitivamente nunca más podrá volver. Lo anterior evidencia un perfecto guion circular, al que se agregarán buenas actuaciones donde cada personaje se incorpora hábilmente a la trama. La cinta abre con su discurso petulante ante la academia sueca, perfilando a un intelectual que dispara lugares comunes y se autoerige como portador de algo que sólo pueden entender los artistas. Es aguda la mirada de los directores, describen a Mantovani como un tipo frío, distante, incluso cínico, pero inteligentemente no empatizan con él. La hebra es muy interesante: el escritor se extravía de sus ficciones y se pone a pontificar respecto de la realidad, pero a su vez su comportamiento privado deja mucho que desear y está lleno de contradicciones. Como buen escritor ha utilizado las anécdotas de su infancia para dar cuerpo a sus novelas, sin ningún tipo de miramientos, divinizando a sus habitantes o satanizándolos según convenga a la ficción. El punto de vista de los directores parece ir por el lado de que el artista no tiene moral ni debe tenerla, pero su personaje ejerce una especie de doble vida que lo convierte en alguien detestable. Cuando llega a Salas es homenajeado y aclamado por gente que ni siquiera ha leído sus libros, pero el lugar es un pueblo provinciano, muy pobre, por lo que se percibe en ellos cierta envidia ante el exitoso hijo ilustre. Lo que al comienzo se desliza por la comedia simplona, a partir del tercer capítulo empieza a esbozar la crueldad de la gente hacia Mantovani, a quien consideran un hombre rico que se ha venido a meter donde no le importa. Cuando incluso los amigos del escritor desnudan sus rasgos psicopáticos, la comedia se ha vuelto negra… negrísima. Es cierto que los personajes bien trabajados no son más de tres, aunque la decisión de delinear secundarios estereotipados contribuye (premeditadamente) a realzar lo grotesco de la historia. No sólo se trata de «pueblo chico, infierno grande», sino que pretende exponer a cualquier grupo intolerante (religioso, clasista, resentido) donde la cultura es un elemento que molesta debido a que obliga a pensar. El gran acierto de los directores es no mostrar simpatía ni por el escritor ni los amigos ni por ninguno de los habitantes del pueblo, un ejercicio interesante acerca de la envidia que puede provocar el éxito ajeno, pero también la estupidez de la que se puede contagiar quien lo alcanza.

Ficha Técnica

Título original   El ciudadano ilustre
Año                     2016
Duración           118 min.
País                    Argentina
Director            Mariano Cohn, Gastón Duprat
Guion               Andrés Duprat
Música             Toni M. Mir
Fotografía        Mariano Cohn, Gastón Duprat
Reparto             Oscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigerio, Belén Chavanne, Nora Navas, Iván Steinhardt,

Manuel Vicente, Marcelo D’Andrea, Gustavo Garzón, Emma Rivera