LA CONDENA DE ALMAGRO EN LA OEA

Por Carlos Romeo

Una de las ventajas de tener años es la de poder comparar acontecimientos actuales con otros semejantes vividos en el pasado. En este caso se trata de los actuales intentos de condena de la República Bolivariana de Venezuela por parte de Luis Almagro, Secretario General de la OEA, y hasta de su posible expulsión de ese organismo, y lo que ocurrió en esa misma institución con relación a Cuba, pero en 1962, cuando si fue expulsada por tener un Gobierno de ideología marxista-leninista, incompatible según se argumentó, con los idearios americanos.

Pero en este caso la bandera ideológica de que se puede acusar a Venezuela es la inspirada por el venezolano Simón Bolívar, el máximo protagonista de la independencia latinoamericana de la monarquía colonialista española a principio del siglo XIX. Cuando más, si se la puede acusar de contaminación ideológica es por la presencia en ese país de las decenas de miles de especialistas cubanos de la salud y de profesores de distintas materias que laboran en Venezuela para suplir el déficit de personal preparado que aún tiene Venezuela para atender a toda, y repito a toda, su población, lo que podría interpretarse por sus acusadores como una clara violación de los derechos humanos aún vigentes en América Latina que conceden la libertad de ser pobre, inculto, de pasar hambre y de no tener asistencia médica, a todos aquellos que tienen el sacrosanto derecho vigente de serlo. Y si se habla de ausencia de libertad de prensa, entonces es culpa de los propietarios privados venezolanos de los periódicos, radios y televisoras, incapaces, al parecer, de divulgar la verdad de lo que acontece en ese país.

Es exactamente el mismo libreto, los mismos argumentos, las mismas ”ideas”, interpretado por personajes diferentes pero de la misma calaña, la repetición del mismo sainete 55 años después. ¿Y qué paso en el caso de Cuba? Que 55 años después el director de la orquesta política que tocaba en esa época en la OEA, el Gobierno de los EE.UU., tuvo que declarar que había seguido durante más de medio siglo una política equivocada, que reconocía la legitimidad del Gobierno Cubano y que estaba de acuerdo en restablecer las relaciones diplomáticas con ese país.

En aquellos años algunos puristas de las libertades democráticas, como las entendían, trataron inclusive de atacar militarmente a Cuba y por ello el mundo estuvo al borde de la hecatombe nuclear y nunca después hubo una agresión directa de ese tipo, como la que sufrió Republica Dominicana en 1965 con todo el apoyo político de la OEA y hasta militar de algunos países de la región con los cuales esa institución formó la denominada Fuerza Interamericana de Paz que participo en esa invasión.

Es que agredir militarmente a un país requiere tropas y su cantidad esta en relación con su tamaño, la población que apoya a su Gobierno y con la voluntad de defender su patria por las fuerzas armadas del país atacado. Y en el caso de Venezuela estamos hablando de un millón de kilómetros cuadrados, de 30 millones de habitantes de los cuales una muy importante proporción apoya a su Gobierno y de unas fuerzas armadas nacionalistas y bien armadas, que hace ya dos siglos combatieron desde Venezuela hasta Bolivia, liberando en su marcha a Colombia, Ecuador, y consolidando la independencia del Perú. Y en una guerra mueren soldados invasores y eso no es muy político que digamos, sobre todo a la hora de las elecciones en los países de los cuales provienen los soldados que fallecen.

Y finalmente, Venezuela no está sola ni huérfana de solidaridad política e ideológica, sobre todo por los países a los cuales ha ayudado siendo solidaria compartiendo con ellos lo que tiene.

Una vez más, en la OEA, esa institución ya fuera de época y en proceso de declive, se repite como comedia bufa lo que ya una vez se interpretó hace más de medio siglo.

La Habana, 15 de marzo del 2017

FOTO: AVN