EL MÁS GRANDE CARTEL DE LA DROGA

Por Carlos Romeo

Quienes hayan oído hablar del colombiano Pablo Escobar o de los carteles de la droga de Medellín o de Sinaloa y creen que constituyen ejemplos de grandes organizaciones destinadas a la producción y venta de drogas, desconocen que solo son simples imitaciones del más grande cartel de la droga que haya existido en la historia, y también el que haya estado encabezado por una mujer venerada en su país y ahora protagonista de una serie televisiva y de un película histórica- romántica, en las cuales no se hace absolutamente ningún referencia a ese rol de cabeza indiscutida de lo que hoy se denomina un cartel de la droga. Me refiero a la Reina Victoria, monarca y Jefa de Estado del Reino Unido entre 1837 y 1901.

Entre 1839 y 1842 y después entre 1856 y 1860 el Reino Unido libró dos guerras contra China, de las cuales salió vencedor, para obligar a ese país, si, obligar por la fuerza a China, a adquirir opio, que como es sabido es una base natural de la heroína al lado de la cual la cocaína es una droga “suave”. La razón de ese conflicto era muy sencilla: vender opio a China para saldar el déficit comercial de los ingleses en su comercio desde la India con ese país, lo cual para algunos le confiere a ese episodio histórico cuando se relata, el ser considerado como un una medida simplemente comercial y de ninguna manera ética o moral, o sea él ser resultado de una concepción por la cual la necesidad de equilibrar un intercambio internacional adquiere la significación del cumplimiento de un principio “ético-comercial”. Como sabemos hoy en día, todo es cuestión de cómo los medios presentan y explican el asunto. Porque fueron las fuerzas armadas del Reino Unido las que combatieron contra los chinos para obligarlos a drogarse y, supongo yo, imponerles así el “derecho humano” de hacerlo si les daba la gana.

La gentil, pero decidida monarca, presidía el “cartel inglés”, claro que muy indirectamente toda vez que de la política del reino se encargaba un gobierno conservador o más liberal, según quien ganara las elecciones, y era elegido a través del Parlamento, que perpetuaba lo acordado en la Carta Magna en el año 1215.

¡Cómo han ido cambiando las ideas y costumbres en boga con el tiempo ¡.

Nadie protesto cuando en el siglo XVI Cortez y Pizarro engañaron y después asesinaron a los monarcas de los Imperios Mexicano e Inca y los ingleses consideraron la trata de esclavos africanos como un legítimo, lucrativo y necesario negocio hasta 1834, los norteamericanos hasta 1865 y los españoles hasta 1886, así como el hecho de que tampoco nadie protesto por el Real Cartel de la Droga del Opio del Reino Unido.

Pero ahora se arma un alboroto cuando se descubre que el Presidente de los EE.UU. es el único, según creemos, que puede elaborar una lista de personas a ser “legalmente” asesinadas por drones y otros artilugios, para combatir el terrorismo o defender la libertad o cualquier principio considerado “sagrado” hoy en día a conveniencia de quien los esgrime. Reconozcamos francamente que la política se hace ahora de manera más “selectiva y precisa”, no siempre, por que no todas las bombas son “inteligentes”.

Hoy la muerte por hambre o por falta de cuidados médicos es considerada un fenómeno natural como la gravedad o el electromagnetismo, propio de la especie denominada homo sapiens, como lo fue el comercio trasatlántico de sus integrantes en su momento. Extrañamente no se hace extensiva a las llamadas mascotas para las cuales hay una poderosa industria de alimentos y de productos médicos para ellas, así como muchos veterinarios. Un conocido mío que vive en Miami se gastó unos 1000 dólares para curar a su gato de una fractura en una pierna. ¡Quien fuera ese gato dirían más de un niño africano o centroamericano!

Lo que no fue barbarie hace unos siglos atrás, lo es ahora y la que sigue existiendo hoy en día, esperemos que ya no lo sea en el futuro más breve posible. Habrá que seguir luchando para ello.

La Habana, enero 2017