LO DEMÁS FUERON LOS ÁRBOLES Y EL VIENTO

Comentario de Aníbal Ricci

«La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados» (Johann Paul Friedrich Richter) se lee en uno de los epígrafes de esta novela. La memoria nos trae al presente el pasado, da respuesta a una de las principales preguntas de la existencia: ¿De dónde venimos? Patricio Guzmán en su documental «Nostalgia de la Luz» (2010) plantea que los astrónomos miran a las estrellas para descubrir el pasado. La luz viaja a gran velocidad, pero lo observado en los cielos da cuenta de nuestros orígenes. Resulta paradojal que los chilenos veamos con buenos ojos ese pasado remoto, ocurrido hace millones de años, pero no destinemos tiempo a desentrañar el pasado cercano, ese ocurrido hace apenas unas décadas atrás durante el período de la dictadura militar. Existe bibliografía sobre los eventos que transcurrieron en esos años, libros que abordan principalmente los excesos de ese oprobioso lapso de nuestra historia. Sin embargo, no es frecuente encontrar literatura que haga referencia a los grupos armados que hicieron frente al aparato represivo de los servicios de inteligencia. Rubén González Lefno se hace cargo de ese vacío, haciendo las veces de narrador en primera persona para introducirnos en la lucha clandestina de esos años. Le interesa destacar el espíritu que los invadía (algo que define como «el umbral»), aquello que los motivaba a desafiar fuerzas armadas muy superiores en recursos. Construye diálogos que reflejan la tensión que enfrentaron esos grupos, pero a su vez intercala relatos en tercera persona, desplegados en estructura de mosaico, tal como la información compartimentada que recibía cada uno de los miembros de la guerrilla. El peligro va creciendo a medida que damos vuelta las páginas y el autor no rehúye en señalar las muertes inferidas al enemigo. El objetivo era crear disturbios, mostrarle a la ciudadanía que sí era posible enfrentar al gobierno de facto mediante ataques a cuarteles, instalación de explosivos, incluso asaltos bancarios para financiar la resistencia. Los personajes se ocultan en casas de seguridad, intercambian información en puntos de encuentro y esconden armas para efectuar incursiones estratégicas. También son víctimas de fusilamientos, torturas y bajas ante los operativos de seguimiento. Nos enteramos de la organización para proveerse de armas, de las redes de apoyo y de la camaradería de ese grupo de entrañables amigos que se jugaban la vida a diario. Es una historia heroica que se va apagando en los capítulos finales debido a la llegada inexorable de la muerte. Rubén González Lefno, al final del libro, reflexiona acerca del silencio de los sobrevivientes ante el advenimiento de la democracia, habla del silencio de los derrotados, muchas veces desaparecidos, pero los reivindica en su memoria que evoca a todos aquellos que hicieron posible nuestro presente.

INFORMACIÓN

Lo demás fueron los árboles y el viento
Rubén González Lefno,
Simplemente Editores
Santiago, 2016)